1. Cosas del embarazo


    Fecha: 24/07/2024, Categorías: Infidelidad Autor: LilithDuran, Fuente: TodoRelatos

    ... pensaba mal de nadie. Todo bondad.
    
    —¡Eva, cariño! ¿Qué tal estás? ¡Te veo radiante! —una sonrisa de oreja a oreja que era su sello de identidad.
    
    —Buf… —resopló con ganas, manando un aire caliente que casi golpeó a la mujer— Estoy que exploto…
    
    —¡Ay, como eres! —la vecina mostró sus dientes en una mueca de felicidad que transmitía serenidad a quién la mirase. Eva desde pequeña supo que Raquel tenía el don de tranquilizar a la gente— Me dijo Fran que ya estabas en casa descansando. —del interior del ascensor apareció también Jon, el cual apenas observó a su vecina. Ella sí que posó los ojos en él mientras pasaba por detrás de su madre— Si necesitas algo, cualquier cosa, me dices. Para eso estamos, cariño.
    
    —Gracias, Raquel, cielo. De momento, creo que no necesito nada… —algo malvado se le cruzó por la mente, con una voz demoniaca que le decía, “¿Me prestas las pollas que tienes en casa? ¡Las necesito!”— Eres un amor.
    
    —La pena que no esté tu madre para ayudarte, como le hubiera gustado conocer a su nieto. —tenía muy superada la muerte de sus padres, pero si la llega a coger con las hormonas algo más alborotadas, hubiera llorado.
    
    —¡Ojalá, Raquel! Pero la vida es así.
    
    Miró por encima al joven, el cual se mantenía a una distancia prudencial, contemplando el móvil en silencio. Raquel siguió hablando, pero ella solo miraba de refilón al muchacho que tenía ciertas similitudes con su padre. Era ancho de hombros, con una mata de cabello negro y frondoso, y unas manos que, seguramente, heredó directamente de su progenitor.
    
    No era de facciones ligeras, pero en su rostro había algo que se escondía entre algún que otro grano. Tenía cierta belleza ruda, de esa que quizá su padre hubiera tenido cuando era más joven.
    
    En un acto involuntario, se mordió el labio sin poder contenerse, porque de nuevo esos chispazos dentro de su útero se hacían presentes hasta que los sudores comenzaban a manar de sus sienes.
    
    —¿Estás bien, guapa? —soltó Raquel cogiéndola de la mano.
    
    —Un poco… mareada… —“¡cachonda, Raquel! ¡Así estoy todo el día!”.
    
    —Respira y apóyate contra la pared. —Eva lo hizo— Cuando estaba embarazada de Jon, me solían dar unas bajadas de tensión que no te puedes imaginar. Llegué a desplomarme en mitad de la calle.
    
    —Será eso… —sabía que no, cada vez la cabeza se le iba con más facilidad debido al ardor de su lujuria y el tratar de luchar contra su propia naturaleza, era lo que la producía tamaña sensación.
    
    —Pues casualidad me pillas que iba a la cita con el médico, si no te venías a casa a tumbarte un rato. —Eva sabía que esa proposición de Raquel no era vacía, si lo decía, iba en serio.
    
    —No es necesario, seguro que se me pasa. —sonrió a la mujer mientras su hijo seguía apoyado contra la escalera, aunque esta vez, la mirada con sus ojos marrones. Que la prestase atención, la gustaba.
    
    —Me sabe fatal tener que irme, aunque… —de pronto miró hacia atrás, donde se encontraba Jon y pareció ocurrírsele algo— Hijo, acompaña a ...
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