Cosas del embarazo - Relatos Eróticos

Cosas del embarazo

... saber por qué razón, que pocas veces lo repitieron, supuso que la rutina les engulló.

El juego fue simple y lo que en verdad le encantó, fue su atuendo. Una falda acompañada de una camisa blanca al estilo de Britney Spears en su videoclip de “Baby one more time”. Al parecer, había sido su primera musa y Pablo se volvió loco al verla disfrazada como ella.

—¡Qué cachondo estaba…! —casi lo dijo con timidez, aguantado una sonrisa malévola. Mordió uno de los tantos regaliz que siempre tenía a mano y empezó a buscar las ropas adecuadas— De esta no te escapas.

Pablo llegó cerca de las ocho. Con algo de frío en el cuerpo sacó sus zapatos y se puso las zapatillas de casa, el mullido y caliente interior le reconfortó, sin embargo, tuvo que ponerse la bata para que el cuerpo sacara el invierno de la calle.

—¿Cariño? —preguntó al darse cuenta de que la luz de la sala estaba apagada.

—Estoy en el cuarto.

El hombre se encaminó a ver a su mujer, con la idea fija de que estaría con ganas de dormir debido al embarazo, últimamente, pocas cosas la apetecían y una de ellas era dormir. Pasó la puerta, sin darse cuenta de que solo estaba la luz tenue de la lamparilla, proporcionando una íntima luminosidad a la oscura estancia.

—¿Qué tal…? —el hombre no pudo terminar la frase.

—¿Sucede algo, cielo?

Eva le lanzó la mirada más fiera que pudo, con los labios en una pequeña abertura y los dientes bien prietos. Estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas y envueltas en unas medias negras que formaban una silueta divina.

La camisa anudada debajo de su sujetador le pareció darle aires de ramera, pero era la mejor opción, con su tripa ya no le cerraba. Lo bueno de estar así de hinchada, era que los pechos prácticamente se le salían del sujetador de encaje y que Pablo, no perdió de vista ese detalle.

—Eva… ¿¡Esto!? —estaba sorprendido y balbuceó del impacto.

Se acercó a ella, pasando una mano por una de las coletas que colgaban por debajo del hombro. Su mujer masticaba un chicle con lujuria, haciendo una pompa enorme que se rompió antes de contestarle.

—¿Esto? —se miró con desgana, como si no hubiera nada novedoso en su atuendo. Con un gesto sencillo, alisó la falda plisada que no le llegaba ni a la mitad de los muslos— Quería ponerme algo fresquito. Tenía mucho calor. —su tono aniñado hizo que Pablo tragase saliva.

—Sabes todo lo que me pones cuando juegas así…

—Lo sé. Lo sé muy bien. —y tanto que lo sabía, era su última carta para recurrir a la polla de su marido. Se puso en pie, notándose de primeras la tripa donde dormitaba el hijo de ambos. Eva se dio la vuelta sin dejar de mirarle y posó las rodillas en la cama— Ahora, me voy a poner cómoda.

Ambas manos se colocaron en sus muslos, empezando a subirlas lentamente mientras las yemas acariciaban la fina piel que se erizaba a cada milímetro. El pensamiento de que iba a tener sexo la anegaba el corazón y los pulmones empezaron a hiperventilar.

Sus dedos se flexionaron ...