Cosas del embarazo - Relatos Eróticos

Cosas del embarazo

... ardor guerrero por el sexo aún le palpitaba en su alma, no había salido en ninguna ocasión con tanta fuerza como el primer día de la semana.

Tal vez caminar un poco por el pueblo la había servido de algo, aunque no lo creía. La verdad que estuvo bastante atareada y quizá por eso, el sexo había sido relegado a un segundo plano. “¿Debería volver al trabajo mientras tenga fuerzas?” pensó en par de ocasiones, pero la pereza era más fuerte, el sofá y las golosinas eran unas opciones mucho mejores.

Llegó el domingo, después de un buen sábado con las amigas en el que no le propuso nada relacionado con el sexo a su marido. Sin embargo, cuando amaneció, esa picazón interna llamó a la puerta, agrupando todas las ganas de la semana en un solo día. Pablo salió pronto para hacer deporte y pasar el día con sus amigos, y una voz del todo malévola la dijo que en la puerta de al lado tenía la solución.

—Si bueno… ¡Ni de broma me tiraría a ninguno de esos dos! —lo comentó en alto mientras mordisqueaba un regaliz. Sin embargo, la imagen del vecino mayor se alejó y quedó únicamente su hijo— ¡Ni a Fran, ni a Jon!

Pareció sentenciarlo, como si la casa lo tuviera que escuchar para que no le volviera a pasar por la cabeza. No obstante, allí seguía, la fotografía mental tan nítida de Fran, empujándola sin cesar que, ahora, era opacada por la de su hijo. Otra vez esas ganas insanas de yacer la hacían fijarse en el macho que tuviera más cerca y… fuera más fácil de doblegar.

—Fran está casado, pero Jon… —sacudió la cabeza, como si se diera cuenta de que un súcubo lujurioso la hubiera poseído y pretendía echarlo. Pareció lograrlo— ¡Ni loca!

Pasó del sofá a la cama, en busca de un juguetito que cada vez era más indispensable para ella. En esa ocasión no dejó que ninguno de sus vecinos apareciera en su imaginación y Brad Pitt fue quien la hizo vibrar hasta que su saliva brotó lenta y caliente por la comisura labial.

—Mis corridas son demasiado… Tengo que conseguir que Pablo me folle, si no me va a dar un infarto.

En su reloj marcaban las siete de la tarde, tal vez en menos de una hora su marido volvería a casa después de todo un día con sus amigos. Tirada en la cama, le dio vueltas al asunto, a cómo podía enfocar las cosas para conseguir su objetivo. En menos de dos minutos, tenía su plan confeccionado, cuando el sexo apremia… la mente piensa rápido…

Echó mano de sus recuerdos mientras miraba en el interior del armario. Allí había todo tipo de ropa, tanta como le gustaba tener, en cambio, su marido apenas poseía lo básico, eran tan diferentes.

Su mente recorrió su relación hasta años atrás. Eran todavía jóvenes, en su primer o segundo año de noviazgo, y Eva leyó un artículo donde hablaba de las fantasías de los hombres. Dos le llamaron la atención, una acerca de los tríos, aunque no se veía capaz de compartir a su marido, y otra, sobre elrole playing.

Tuvo que morderse el labio al rememorar como Pablo se lo hizo con una pasión indomable y, a ...