Cosas del embarazo - Relatos Eróticos

Cosas del embarazo

... impropias de ella mientras Fran la montaba.

Estaba a su espalda, agarrando sus hombros con esas manos encallecidas y su ronca respiración se acompasaba a cada dura penetración. La follaba más como un animal que como una persona. Era lo que ella quería.

En su mente, miró hacia atrás, donde un torso amplio lleno de una mata espesa de pelo se movía en respiraciones jadeantes. No le ponía en lo absoluto, sin embargo, en ese momento, parecía un dios de la forja destrozándola con su martillo.

—¡Sí, viejo! ¡Fóllame que mi marido no me lo hace!

Subió dos niveles al momento y el sonido llenó la sala, mientras Eva apretaba los labios con fuerza. La claridad de su mente era tal, que podía notar como dentro de su vagina algo la horadaba con fuerza. “¡No puedo estar tan cachonda! ¡No puede ser!”.

De pronto, cercana al orgasmo, algo cambió. Volvió a virar la vista hacia atrás, sin embargo, Fran había desaparecido, no estaba el poderoso dios con su martillo. Pero alguien seguía penetrándola con fuerza, era Jon el que había tomado el mando y se mordía el labio gozoso de la misma forma que en el portal.

—¿¡Ahora vienes tú, niñato!?

Último empuje al juguete que succionaba tanto la carne como el líquido, que no cesaba de salir de la mujer. Al final, se dejó hacer por una mente perversa donde Jon no paraba de montarla.

—Que así… Que así sea… —logró decir entre dientes al tiempo que arqueaba su espalda como una serpiente.

El orgasmo llegó tan placentero como siempre, dejando una marea de fluidos que brotaron de su interior, primero atravesando la ranura de sus dos nalgas y después, creando una gran mancha en el sofá.

La respiración se fue controlando y la imagen de semejante coloso se iba esfumando. Fran volvía a ser ese hombre tosco aunque gentil que siempre había sido, con una calva brillante y un bigote anclado en el pasado.

Eva rio irónicamente, porque como se imaginaba, sin el depósito lleno, las cosas las veía diferente. Se levantó cuando pudo, desestimando por completo la idea de salir y cogiendo una toalla para limpiar el cojín mojado. No paró de sonreír por la locura que había sucedido, sabiendo que jamás volvería a pensar así en Fran, aunque le había alegrado la mañana, algo era algo.

Sin embargo, con Jon era diferente. El joven seguía en su cabeza, con esa mirada penetrante directa a su culo. La miró con deseo, no con sus habituales ojos que llevaban la firma de un adolescente pajillero. Esa vista a su culo era diferente, llena de una pasión animal que a Eva… le gustó.

—Si Pablo me mirase así…

Pero su marido ya no lo hacía, ni siquiera la miraba. En ese instante, se dio cuenta de que la pelea en el sofá con aquel juguete no había servido del todo, puesto que su joven vecino… le había vuelto a activar el botón que empezaba a calentar su cuerpo.

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La semana fue más calmada de lo que vaticinaba el lunes. En otras dos ocasiones se encontró con sus vecinos, pero no le causaron nada más que curiosidad. Aunque el ...