La casera enviciada (2/4) - Relatos Eróticos

La casera enviciada (2/4)

... me parecía todo surrealista.

Se me cayó la falda a los pies y Anna se arrodilló para recogerla.

- “Levanta tus pies... No es difícil, sólo levanta un pie y luego el otro”, me dijo Anna mirándome con una sonrisa.

Levanté los pies y dejé que Anna me quitara la falda, que también se arrojó en dirección al fregadero de la cocina... Ahora estaba sólo con mi sujetador y mis bragas.

Deslicé una mano hacia abajo para cubrir modestamente mi región púbica, mientras que el otro brazo cubría mis pechos... Estaba sonrojada, pero también temblando.

Anna se movió detrás de mí y la sentí deshacer el broche de mi sujetador.

- “¡No!... ¡No!... Estoy bien. Estaré seca en poco tiempo”, protesté esta vez con mucha más convicción.

Me di cuenta de que estaba temblando, a pesar de que no sentía frío... Miré a mi alrededor buscando la toalla que había descartado.

Anna se puso de nuevo frente a mí, de pie, y tan cerca que podía sentir su cálido aliento en mi mejilla.

- “No seas tonta, Lian... Necesitas mostrar algo de confianza”, me dijo Anna con voz muy tranquilizadora.

Extendió ambas manos y agarró la parte superior de mis copas de sujetador... Podía sentir el suave calor de sus dedos tocando mi pecho... Quería resistirme, pero no supe hacerlo y me quitó el sostén.

A continuación, las manos de Anna se deslizaron a la cintura... Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y me sentí mareada... Mis sentidos me gritaron detenerla, pero mi cuerpo no reaccionó... Mis brazos colgaban inútilmente a mi lado.

Sentí mis bragas deslizarse hasta mis muslos y mi región púbica quedó expuesta... Quería indignarme, disgustarme, pero no sentí ninguna de esas cosas... Simplemente sentí algo que no puedo explicar.

Mis bragas estaban a mis pies y después de una leve punzada en el tobillo por parte de Anna, levanté las piernas para permitir que me las quitaran.

Cuando bajé los ojos, Anna estaba parada frente a mí otra vez... Sin saber por qué, alargué mis brazos y puse mis manos sobre sus bonitos y firmes pechos... Pude sentir sus pezones erectos presionando contra las palmas de mis manos... Los apreté suavemente, totalmente fascinada.

- “¿Qué demonios vas a hacer?”... La voz de Ewan retumbó en la habitación.

Reaccioné con sorpresa y mis brazos cayeron a mis costados... De repente me sentí muy avergonzada...¿Qué demonios acababa de hacer?... Era como si una fuerza misteriosa estuviera controlando mi cuerpo.

- “¿Le di permiso a Lian para que te tocara los pechos?”, le dijo Ewan enojado a Anna.

- “No, señor”, respondió Anna mansamente.

- “¿Con qué derecho tocaste los pechos a mi novia y frente a mis propios ojos?... Al menos podrías haber frenado tu comportamiento hasta que yo no estuviera aquí”, me reprendió Ewan.

Abrí la boca para decir algo, pero no había palabras para explicar mi comportamiento... En cambio, sacudí la cabeza de un lado a otro con total incredulidad ante lo que había hecho.

- “¡De rodillas!”, gritó Ewan ...