1. Mi historia muy real (7)


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Gays Autor: Curioso45, Fuente: TodoRelatos

    ... porque tenía un amigo rumano que ni siquiera hablaba español, que se dedicaba a la chatarra, que era sucio como el palo de un gallinero, y que tenía un manubrio como el de un burro. Por lo pronto, desnudo como estaba me senté en la cama y comencé a sobarle el nabo al calladito por encima de los calzoncillos (se había quitado las calzonas). No se si venia de la obra o era un farol, pero lo cierto es que el trapito del cabrón olía a sudor de huevos de dos semanas que daba gusto. Me quedé lengüeteando un rato, hasta que el tío se harto y se sacó una polla de tamaño considerable que engullí sin miramientos tan pronto como salió de su guarida. Sabia salada, de haber estado encerrada allí durante un día de calor y no haberse limpiado bien al terminar de mear. Me hacía sentir tan puta que casi me olvidaba de las parrafadas del parlanchin, que fiel a mi petición no paraba de humillarme diciendo “¿has visto que polla, puta? Sucia como a ti te gustan, ¿no? Traga, cabrona que esto no ha hecho más que empezar… vas a comer más polla esta tarde que en tu vida, guarra”.
    
    Cuando mi lengua ya había limpiado todo resto de sudor y demás en la polla y huevos del calladito, éste se echó en la cama y me hicieron echarme boca abajo delante suya, para seguir comiendole la polla. Mientras, el charlatán seguía diciendo cosas… no recuerdo ni la mitad, sólo el tono general. Le gustaba mucho apelar al calladito, y preguntarle si yo la comía mejor que su novia, si yo era una buena puta… el otro solo asentía, mientras con su mano en mi nuca hundía lentamente pero con fuerza y sin aspavientos su polla en lo más profundo de mi garganta. La primera vez que la saqué casi ahogado, me pego una bofetada suave en la mejilla. Yo levanté la mirada (la verdad es que estaba muy concentrado chupando a buen ritmo, y tendría incluso los ojos colorados) y le dije “puedes darme lo fuerte que quieras”. Me miró a los ojos y se sonrió… con una sonrisa desprovista de humor, y más malicia que inteligencia… y muy decidido me soltó una ostia que me volteó la cara, resonando como un palmetazo en la habitación. El parlanchín la jaleó diciendo “eso, crúzale la cara a esta puta, que solo merece eso. Traga, guarra”. No tuve que hacer más indicaciones. Desde ese momento, de vez en cuando me desencajaba la polla de mi garganta, cuando en mi mete-saca se me alojaba tan profunda que me daba arcadas, y me arreaba una bofetada que me dejaba temblando las orejas.
    
    El parlanchín había cogido una fusta de un armario, y empezó a darme fustazos en culo y espalda. Nunca lo había probado, y la verdad es que al recibir el primero descubrí que cuando estás excitado y ansioso comiendote una polla, el fustazo hace sentir tal humillación que me temblaban las piernas de gusto. A cada golpe empecé a levantar el culo y exponerlo más aún, como una vulgar puta pidiendo por favor, rogando, que se la metan un poquito. Me daba, eso sí, miedo de que me dejara marca y luego no pudiera justificarlas. De hecho en un momento dado, ...
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