Mi historia muy real (7) - Relatos Eróticos

Mi historia muy real (7)

Después de mucho tiempo desde el último relato, donde finalizaba advirtiendo que era posible que mis aventuras de hetero curioso al que le gusta tener sexo con otros chicos, hubieran llegado a su fin, comparezco nuevamente entre vosotros para relataros nuevos acontecimientos.

Y es que el deseo y el morbo son incesantes y permanentes, no siendo posible desprenderse de ellos con facilidad. Durante muchos meses pude evitar tener pensamientos o ensoñaciones obscenas con otros hombres. Mi faceta puramente sexual se mantuvo invariablemente heterosexual y parecía que aquellos deseos habían finalizado. Pero lo cierto es que era una ilusión. Son recurrentes… la pornografia hizo su papel. A todos nos gusta verla. A todos. A mi también. Y la amplia oferta de temáticas y variedades hace que inconscientemente vayamos deambulando por las distintas categorías visionando vídeos que nos puedan poner cachondos. En mi caso, y a pesar de buscar conscientemente solo vídeos de sexo heterosexual, terminé viendo escenas en las que las chicas eran invariablemente maltratadas por los hombres: posturas humillantes, bofetadas, lapos en la cara, sexo anal doloroso, corridas obscenas sobre la cara, comidas de culo, meadas… nada había de machista en ver esos vídeos, porque mi excitacion no venía de imaginarme en la posición del varón lesionando la dignidad de las chicas… me identificaba con la fragilidad de ellas, y me faltaba la respiración cuando imaginaba que era yo quien recibía las bofetadas y los escupitajos de tipos indeseables, garrulos carentes de cerebro con pollas descomunales, viejos verdes con poder o gordos viciosos. Y ellas, en los vídeos, ante esa imposición de la masculinidad que venía acompañada de una refregada de nabo por su bonita cara, esa estratégica colocación de sus cojones sobre las cuencas de sus ojos, o la cara de satisfacción del varón al alojar la punta del capullo en lo más profundo de su linda garganta, sólo asumían su rol con resignación, cuando no verdadero gusto demostrado por un coqueto movimiento de culo que parecía anunciar “si tienes otra polla, aquí hay otro agujero para ella”…

Para que me voy a engañar, la mayoría de las veces cuando visionaba esos vídeos, el hombre que hundía su masculinidad en los tiernos hoyitos de las indefensas chicas era de raza negra. ¿Había un componente racista en ello? Aún hoy día tengo dudas. Está claro que la proliferación de esos vídeos tiene mucho que ver con ello: frente a algunos más asépticos, otros hablan claramente de “reparación” (entendida como la venganza del negro sometido a esclavitud, que ahora cobra el derecho a responder en carne) o incluso de imposición de raza negra sobre la blanca. ¿Es más excitante sentirse empotrado por quienes hasta hace poco eran considerados “inferiores”? Sin duda esta temática pornografica busca esa sugestión, y la fomenta, haciendo que en muchos de los vídeos los chicos porten una estética de “chicos malos” o “matones” de barrio, garrulos y violentos.

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