1. Mi historia muy real (7)


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Gays Autor: Curioso45, Fuente: TodoRelatos

    ... ¡joder, que morbo! Pero era bastante complicado. No todas las trans son decididamente activas, más bien al contrario. Y no quería terminar como con el negro, que al final me la chupara (para eso prefiero una mujer).
    
    En estas estaba de búsqueda, cuando hallé un anuncio de una pareja. Dos chicos. Fotos sólo de cuerpo, casi estandarizadas, y texto muy normalito. Te hacían entre los dos lo que tú quisieras. Una tarde tórrida de agosto, sólo en casa y zurrándome la zambomba mientras me metía los dedos por el culo exahusto de excitación, llamé. La conversación fue sorprendentemente bien. Precio más que asequible para ser dos, y el chico que me contestó parecía muy implicado y proactivo. Quizá incluso de más. En una segunda llamada de confirmación (no recuerdo muy bien por qué), la cosa mejoró notablemente. Le pregunté que si el precio incluía lluvia, y como íbamos a quedar en un rato, si estaban cargados o acababan de mear (no sería la primera vez, como saben mis lectores, que me prometen meada y luego nada). En la conversación le dije que quería un poco de humillación, y él mismo me completó el relato: que por supuesto, el precio incluía el combo completo: bofetadas, lapos, meada, corridas… ¿que me excitaba que me dijeran guarradas y me humillaran? Por supuesto, era una sesión de humillación “estándar”… parecía como si repitiesen el “show” cada rato.
    
    Me decidí y una hora después llegaba al piso, en un bloque de las afueras, nada llamativo. Me recibieron los dos, en calzonas y camiseta. Yo soy bastante corpulento, y era mayor que cada uno de ellos, de estatura media. Uno de ellos, moreno y con una musculatura que descubrí luego poderosa pero nada definida (no era “de gimnasio”), tenía una mirada inexpresiva y apenas hablaba. Parecía expresarse con monosílabos, y como luego descubrí, no tenía facciones de sorpresa, placer, sonrisa, ni nada parecido. Era completamente neutro de gestos. Su compañero, que era todo lo contrario (no paró de rajar en todo el encuentro, parecía incapaz de estar en silencio) se ocupó de contarme en diversos momentos del encuentro que su colega en realidad era hetero, y que por eso no iba a follarme, sólo iba a dejar que me comiera su polla y cosas así (en fin, para melindres, colores). El parlanchín era más delgado y esmirriado y se movía constantemente a izquierda y derecha, sin pararse quieto. Además su expresión era capaz de reflejar las Mil y unas actitudes: sorpresa, enfado, alegria, sorna… todas ellas acompañadas de largas parrafadas, generalmente dirigidas a su colega que ni pestañeaba.
    
    Abonado el dinero, el conversador me dijo que me pusiera en pelotas, que si lo que yo quería era comerme una polla que estuviera bien sudada y sucia, iba a flipar con su colega, que venía directamente de la obra. Que había estado cargando ladrillos, y que se había venido cuando él lo avisó. A todo esto, durante el encuentro no paraba de repetirme que, si quería, para un próximo encuentro podían ser tres dándome polla sin parar, ...
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