1. BOTIN DE GUERRA. Parte 15


    Fecha: 15/07/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Corsario, Fuente: SexoSinTabues30

    ... mujik!!!.
    
    Sigrid permanecía en el suelo respirando pesadamente, enroscada sobre el charco de su propia orina, con las piernas encogidas hasta el pecho. El placer recibido había cedido, dando paso de nuevo al dolor que sentía en su ano. Consiguió palparlo con sus dedos y se percató, horrorizada, que le entraban dos dedos sin ninguna dificultad. Los retiró presa de dolor, observando en ellos leves manchas de sangre. La mano de Habiba la acariciaba el cabello mientras la besaba los labios con cariño.
    
    – Pequeña puta se porta muy bien. Da placer a su amo. Sidi Connors muy orgulloso de pequeña puta, si. -le susurraba al oido, sonriente.
    
    Los cuatro hombres charlaban sonrientes, comentando los acontecimientos, mientras Alice acompañaba a Habiba consolando a Sigrid.
    
    – Realmente me arrepiento de habérsela regalado, Connors, es una perra excelente, caliente y obediente.
    
    – Pues lo siento, pero sería una descortesía devolverle el regalo, comandante -le palmeo Connors en la espalda al ruso.
    
    – Realmente no creí que soportara tan bien la última enculada -decía Ralston -y mucho menos que se corriera, porque parecía que estaba pasándolo mal. Pero ya he visto con qué habilidad lo ha conseguido, tovarich.
    
    – Bah, el mérito es de la perra, que es muy caliente. Si con rozarla un poco parece que se derrite….
    
    – Bueno, probamos a curar a “Katiusha”? Si está fuera hágale pasar, Abramovitch -sugirió Connors.
    
    – Ahí está, al volante del jeep, si es que no se ha ahorcado ya, claro -se rió el soviético.
    
    Salió al exterior, y al cabo de un rato volvió a entrar, acompañado de la figura casi gorilesca del sargento Kovachenko, conocido por “Katiusha”. Era un individuo de bastante más de 2 metros de altura, espaldas y cuerpo anchisimo. Creer en la agilidad que había descrito Abramovitch era difícil. Sus brazos y su cuerpo, musculosos, casi hacía reventar el uniforme. El rostro era duro, como esculpido en piedra. Pero todo ello discordaba con su mentón ,sus ojos y sus hombros caídos. Era la misma imagen de la depresión. Miraba fugazmente a todos los rincones, dando la impresión de encontrarse totalmente desubicado. Un hombre tan imponente como destruido.
    
    Abramovitch le empujó levemente al centro del salón.
    
    – Mira, Katiusha. Te presento a unos amigos -dijo colocándole frente a los oficiales – Este es el doctor Ralston, es americano. Una eminencia famosa. Es un reconocido experto en tu problema y va a curarte.
    
    – No tengo cura, tovarich comandante. Mi munición se ha gastado ya. -gimoteó el gorila.
    
    – No te desanimes, tovarich, el doctor y sus enfermeras te curarán y serás el de siempre para gloria de la Patria Socialista.
    
    – Señoritas, por favor, acérquense para reconocer al paciente -dió una palmada Ralston hacia las chicas.
    
    Sigrid sacó fuerzas de flaqueza y se aproximò al grupo. El ano le dolía intensamente, pero consiguió mantenerse erguida, como Alice y Habiba. Abrió los ojos aterrorizada al reconocer al que llamaban “Katiusha” en el ...
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