1. A mi hija le gusta el semen.


    Fecha: 12/07/2024, Categorías: Incesto Intercambios Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... había tocado en la escuela de párvulos por debajo de su escritorio cuando nadie la miraba, eso me volvió loco y pensé en avanzar en su aprendizaje.
    
    Así fue como fui al porno shop local y elegí el consolador más pequeñito que encontré y se lo compré. En su quinto cumpleaños se lo entregué como regalo. Pasé varias noches enseñándole como usarlo, pero no se lo entregué, le dije que era algo que teníamos que compartir y que sería solo de ella, el día que me demostrara que había aprendido a usarlo realmente. Desde un principio a ella le encanto el suave zumbido y las vibraciones del aparato; le dije que cada vez que ella quisiera usarlo, me lo pidiera y yo le enseñaría el uso correcto. Tal como había planeado, ella comenzó a pedírmelo casi todos los días, después de un par de semanas en que use el vibrador mientras le comía su coñito, finalmente se ganó el vibrador y lo guardo en su cajita en la mesita de noche al lado de su camita.
    
    Junto con enseñarle a usar el vibrador, le mostré como éste también se podía usar en mi polla. Le encantó ver mi pija gruesa y tiesa acariciada por el juguetito vibrador. Eché un poco de lubricante en sus manitas y le mostré como acariciar mi polla. Era todo un juego que a ella le encantaba jugar. Comenzábamos con sus manitos deslizándose y espalmando lubricante por todo el largo de mi polla, ella arrodillada a mi lado y yo recostado de espalda, movía sin parar sus pequeñas manos hacia arriba y hacia abajo tratando de envolver mi pene y embadurnarlo completamente.
    
    Esto hacía que yo me corriera sobre mi vientre y pecho, le parecía particularmente divertido ver las gruesas hebras de semen volando por el aire y aterrizando sobre la piel de mi abdomen y pectorales. Yo le demostraba que no me sentía asqueado y que me gustaba mi propio semen, con sus manitos me ayudaba a espalmarlo por toda mi piel, luego hablábamos sobre lo divertido que era hacer que mi pene explotara y expeliese ese blanquizco líquido.
    
    Sucesivamente, como a la tercera vez, la vi tan emocionada corriéndome una soberbia paja con sus manitos, que la recosté sobre su espalda y le dije que me correría sobre su barriguita y luego jugaríamos a untar su delicada piel. Como a la sexta vez me corrí en sus manitas y dejé que ella se espalmara la lefa caliente apozada en su ombliguito por todo su cuerpo. Después fue el turno de sus tetitas inexistentes, me corrí en su pechito e hice un gran show lamiendo mi propio semen, demostrándole que no era malo ni asqueroso. No es que esté loco por su sabor, pero no me resultaba desagradable y estaba dispuesto a todo para enseñar a mi bebita. Ya que, con otras mujeres, les he lamido el coño después de haberlas follado y haberme corrido en sus panochas, ellas lo agradecen y no lo olvidan. Claro que actúo como si nunca lo hubiese probado antes y alabo su sabor, su consistencia y sus beneficios para la salud.
    
    Después de que terminé de lamer, ella me preguntó:
    
    —Papi … ¿Qué sabor tiene? …
    
    Y le dije:
    
    —Cariño … no ...
«1234...7»