1. A mi hija le gusta el semen.


    Fecha: 12/07/2024, Categorías: Incesto Intercambios Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    A mi hija le encanta el semen. Ella fue criada para eso. Yo le enseñe a chupar la polla cuando tenía cuatro añitos, ahora tiene once. Haciendo una estimación, creo que ha bebido varios litros de mi semen en los últimos siete años. Casi todo eso salió eyaculado por mi pene. Ahora te relataré más o menos como sucedió eso.
    
    No es una fantasía, es una cosa real. Muchos me juzgaran mal por lo que he hecho, pero tuve las agallas para hacerlo y no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho.
    
    Toda mi vida había tenido dos fetiches: Niñitas y semen. Desde que eyaculé la primera vez, me obsesioné por ese líquido lechoso y tibio que salía expulsado a borbotones de mi pija. me masturbaba de dos a tres veces por día, entonces me familiaricé mucho con mi esperma. Me encantaba ver a una mujer beber mi semen. Cuando la chica con la cual estaba teniendo relaciones se rehusaba a beber mi esperma, la dejaba y nunca más la volvía a ver.
    
    Mi primera esposa me conquistó bebiéndose mi lechita cada vez que nos juntábamos, es más, ella me exigía que eyaculara en su boca o me mamaba hasta hacer que me corriera, pero la cosa no duró mucho; me abandonó tres años después de nuestro matrimonio y me dejó con una bebita de tres años.
    
    A la edad de doce años, tenía un par de chicas vecinas de más o menos seis o siete años, las que venían a casa a jugar con mi hermanita. Me las ingenié para llevarlas al garaje y allí procedí a lamer sus infantiles coños y las masturbé. Parecían disfrutar chupando y masturbando mi polla, así que lo hacíamos a menudo.
    
    Al pasar el tiempo, echaba de menos estas experiencias de adolescente y deseaba ardorosamente poder volver a vivirlas. Cuando mi hija Carolina llegó a su cuarto cumpleaños, un año después de que mi esposa se fue, me di cuenta de tenía la oportunidad que había estado esperando, mi hija. Puede que muchos de ustedes lo consideren una aberración enfermiza, pero lo hice.
    
    Por un par de meses la idea me dio vueltas en la cabeza. Analicé concienzudamente las probables consecuencias y los beneficios. Como buen ingeniero, se me ocurrió un plan de trabajo para convertir a mi hija en la maquina sexual amante de los espermatozoides que siempre soñé. Decidí comenzar enseñándole lo que hacen las niñas grandes, jugar con ellas mismas. A Carolina le encantó cuando frotaba su pequeña rajita con mi dedo lubricado apropiadamente. Claro que pasaron varios años antes de que ella tuviera su primer orgasmo, pero lograba calentarse y me decía que le daban unas cosquillitas muy ricas.
    
    Después de su primer orgasmo verdadero la animé a masturbarse a diario. Incluso después de bañarla y ponerla en su camita, le preguntaba si lo había hecho y luego yo procedía a comerme su pequeño coñito hasta llevarla a un nuevo orgasmo, después se quedaba dormidita como un angelito.
    
    A menudo la veía tocándose su coñito mientras mirábamos la televisión, algo de erótico tenía Plaza Sésamo para ella con todos esos monstruos peludos. Me confesó que incluso se ...
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