Difícil de asimilar, mi iniciación (3) - Relatos Eróticos

Difícil de asimilar, mi iniciación (3)

... obeso, apenas podía respirar y se le notaba que le costaba caminar, sudaba todo el rato y me miró con cara de degenerado cuando nos presentaron.

Ahora entendía porque había dos sillas vacías en la mesa, serían para ellos dos.

Me presentó como su secretaria, yo asentí sin poder articular palabra ya que no podía por tener la boca llena de su semen.

Se sirvieron una copa de vino cada uno y empezaron a hablar de negocios, sacaron unos presupuestos y el señor Vicente les hizo una propuesta para la rehabilitación de unos edificios del casco antiguo.

No nos acaba de convencer, Vicente - dijo el señor más mayor

Hay que hacer algunos ajustes pero necesitariamos los avales - dijo el señor mas obeso

Y si, como acto de buena fe, y de que los avales llegaran, os doy un regalo como agradecimiento y la semana que viene lo acabamos de cerrar? - dijo el señor Vicente

Yo me quedé extrañada y ya me temía lo peor…

Entonces fue cuando el señor Vicente dijo:

Ahora mi secretaria os va a mostrar el regalo que os podemos dar

Yo me lo quedé mirando sin saber a qué se refería, extrañada, al igual que los dos hombres que se sentaban a mi lado.

Vamos puta, echa lo que tienes en la boca en el plato - dijo el señor Vicente de forma vehemente

Aquellas palabras delante de los dos señores me avergonzaron y a la vez provocaron otro rayo que me atravesó de arriba a abajo, noté en la mirada de los dos señores su desconcierto pero a la vez asombro.

No sabía donde meterme, pero si algo me había quedado claro es que solo podía hacer una cosa, obedecer.

Entonces empecé a soltarlo de mi boca, el semen de mi amo, poco a poco, resbalando por mis labios hasta dejarlo caer al plato, había muchísimo, una vez cayó todo dentro del plato mi amo me dió una nueva orden:

Ahora puta, ponte debajo de la mesa y vuelve a hacer lo mismo que antes.

Sabía que tenía que obedecer, pero mi cabeza aun se resistía, le miré con ojos compasivos, como pidiendole permiso a mi amo para poder escapar de aquella tortura.

Mi amo, en lugar de darme permiso, cogió su móvil y empezó a pulsar el vibrador.

Aquello hizo que pegara un respingo de la silla y me hiciera moverme hacia debajo de la mesa.

Aún no estaba ni a cuatro patas cuando ya escuchaba las braguetas de los dos señores bajandose y a uno de ellos diciendo:

Vaya, vaya, Vicente, tu si que sabes cerrar negocios, jajajaja - dijo el que parecía ser el señor obeso

Estando debajo de la mesa empecé a escuchar las manos de los dos señores tocándose las pollas de arriba a abajo, esperando a que yo fuese allí a hacerles la faena.

Me quedé inmovil , como siempre, hasta que una nueva orden de mi amo me despertó de aquella escena dantesca.

Haz lo que acabas de hacer conmigo, y ya sabes, que no te caiga ni una gota. ¿Entendido?

Sí, amo. - contesté

No nos habías dicho que tenias una esclava obediente Vicente - dijo el señor mayor canoso

¿Hace todo lo que le digamos? - dijo el obeso

No, solo va ...