Cuidado con lo que deseas … - Relatos Eróticos

Cuidado con lo que deseas …

... haciendo siempre que vosotros queráis. Además, estás tremenda y follas como los ángeles. Pero el otro nivel me pone cachondo pensarlo. Todos ganamos. Vosotros que experimentáis y cumplís una fantasía y yo, que mientras esté en la ciudad te tendré a mi libre disposición para follarte o para entregarte a quien yo crea, previo pago, obviamente. Además, Antonio, que siempre ha sido el dominante en tu pareja, experimentará cómo le crece la cornamenta mientras tú te empoderas”. Debía tener el discurso preparado y le quedó hasta convincente. “¿Qué respondes? – finalizó.

Miré a Antonio y vi en su cara el deseo de que aceptara. La verdad es que aquella fantasía era más mía que suya, pero ahora se me ponía ante mí con el aderezo de aquel macho africano ejerciendo como amo y proxeneta. A esa altura de la conversación estaba, además de nerviosa, muy excitada.

“¿Tú qué opinas?” – dije a mi chico.

“Yo estoy de acuerdo, pero eres tú quien tienes la última palabra” – me respondió.

“Está bien, vamos a probar” – dije agarrando la mano de Antonio y poniendo la mano sobre la pierna de Samuel. “Probamos”.

“No, Lola, no lo has entendido. Si vas a ser mi puta lo serás para lo bueno y lo malo. Ser puta no es algo que las mujeres eligen libremente cuando empiezan y cuando terminan. Conlleva obediencia y sometimiento y eso también tienes que experimentarlo para que la experiencia sea plena. Es decir, si aceptas, desde ya eres mi perrita y te toca obedecer” – interrumpió Samuel con tono sereno mi aceptación.

“Está bien. Juguemos con tus reglas” - dije.

“¡Sabíamos que ibas a aceptar!” – casi gritó Samuel dando una palmada de alegría y dando un salto en la silla. “Lo primero que vas a tener es una fase de entrenamiento en la que vas a aprender a ser una puta obediente con tu chulo, ¿está claro?”.

“Clarísimo” – asentí mientras notaba que Antonio había metido una mano bajo mi vestido y comprobando que tenía el tanga mojado me miraba con ojos excitados mordiéndose el labio inferior. “¿Cuándo empezamos?” – añadí.

“Ya. Ahora vas a empezar” – espetó Samuel. “Ya has visto al camarero que nos atiende, ¿verdad? Vamos al mismo gimnasio y ya le había hablado de ti, ha visto fotos nuestras de la primera vez que follamos y sabe de la propuesta que iba a hacerte” – continuó. “Pues bien, cuando esté en la puerta con la bandeja parado, vas a acercarte y vas a preguntarle dónde está el baño” – terminó Samuel.

“Y, ¿después?” – pregunté.

“Después harás lo que él te pida” – respondió Samuel sin demasiadas opciones para responderle.

Me había entrado taquicardia. Y notaba cómo una sensación de calor me subía hasta colocarse en mis mejillas. Debía estar colorada como un tomate. Busqué al camarero con la mirada por la terraza. Estaba recogiendo una mesa. Pensé que el chico estaba bastante bien y que la prueba de obediencia no estaba tan mal, ya habíamos hecho juegos parecidos Antonio y yo con desconocidos. El camarero marchó con la bandeja llena dentro del local ...