1. Cuidado con lo que deseas …


    Fecha: 22/06/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Lola Desatada, Fuente: TodoRelatos

    ... mi escote que, si bien de manera natural despertaba la mirada de los hombres, era como si llevase un cartel luminoso diciendo “mírame”. Preparé un conjunto de lencería con un tanga negro finísimo y un sujetador negro a juego con unas flores grises estampadas. Para concluir elegí unos tacones negros altísimos que dejaban mis pies descubiertos y se abrochaban al tobillo.
    
    Me recogí el pelo a un lado y me puse a modo de tocado una pinza con una flor de tela rosa por encima de mi oreja derecha y me maquillé a conciencia, pero de forma sutil. Cuando estuve lista me puse frente al espejo de cuerpo que teníamos en el dormitorio y observé cómo había quedado. Me di el aprobado y bajé. Encontré a Antonio en el salón con un pantalón de lino color crema, una camisa guayabera blanca y unas sandalias de cuero. La verdad es que estaba guapísimo con ese estilo casual que le gustaba usar.
    
    Me miró de abajo a arriba y me hizo dar una vuelta sobre mí misma para mirarme antes de decir “Si no fuera porque hemos quedado te follaría como si fuese la última vez. Estás preciosa, cariño”.
    
    Tomamos el coche y nos dirigimos hacia el centro. Tras dejar el coche en un aparcamiento, fuimos caminando a una plaza que estaba a unos 600 metros. Caminamos cogidos de la mano como solemos hacer. Me miraba con ojos dulces y parábamos cada poco para besarnos como dos colegiales.
    
    Al llegar, entre todas las mesas de la terraza colocadas en la plaza, destacaba la corpulencia de Samuel sentado en una de ellas tomando una cerveza. Al vernos se levantó para ofrecernos asiento. Saludó a Antonio con un cariñoso abrazo y tras eso se dirigió a mí y tomándome de la cintura con una mano me acercó para darme dos besos. Nos sentamos y comenzamos a charlar del tiempo y de qué bien haber quedado en aquel lugar que estaba cerca de su casa y donde solía cenar entresemana, aunque los fines de semana se ponía hasta arriba de gente en la terraza para aprovechar el sol y la hermosa plaza en la que estaba ubicada.
    
    “¿Qué tomáis?” – dijo cordial, Samuel.
    
    Antonio dijo que cerveza y yo decidí que tomaría un vino blanco bien frío. Levantó el brazo e hizo un gesto al camarero que vino de inmediato, a pesar de haber muchísima gente en la terraza.
    
    El camarero era un chico joven, de unos 25 años, pelo negro rizado, brazos tatuados con motivos japoneses y bastante atlético. La camisa blanca que llevaba remangada por encima de los codos le quedaba ajustada a la espalda, dejando intuir unas dorsales bien trabajadas en el gimnasio. Mientras nos tomaba nota de paró de mirarme el escote y una de mis piernas que había asomado hasta medio muslo por el vestido al cruzarlas. Yo le correspondía las miradas y miré cómo al alejarse el pantalón negro se le ceñía al culo y dejaba entrever unos glúteos pequeños y duros. Al traernos las bebidas volvimos a cruzar miradas mientras Samuel y Antonio hablaban de cosas de trabajo. Siempre me gustó el coqueteo de miradas, me resultaba divertido el juego.
    
    Continuamos con ...
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