1. Magdalena – Primera Parte.


    Fecha: 11/06/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... también mi hija se fue con unas chicas que vinieron por ella. Me quedé solo en casa, esperé un rato y me fui al dormitorio de mi hija, no encontré el consolador por ninguna parte, entonces me centré en su portátil. Me costó un poco dar con la “Password”, pero después de una decena de intentos, acerté usando “enano_maldito”.
    
    Me dediqué a ver las diferentes carpetas, pero encontré solo cosas relacionadas con el colegio, había algunas selfis de ella y sus amigas, sin desnudos ni cosas relacionadas con el sexo. Entonces se me ocurrió ver el historial del navegador. El historial no había sido borrado en las últimas dos semanas. Empecé a encontrar los sitios pornográficos que visitaba mi hija. El que más visitaba era uno de chicas. Había varios hombres con poca ropa o desnudos, con pollas flácidas o erectas, pequeñas y monstruosas. También había chicas con bikinis, otras desnudas, algunas chicas chupando coños, otras jugando con juguetes. En ninguno de esos sitios había coitos, quizás eso lo veía en otros sitios. El tiempo paso volando, tuve que dejar todo pues de un momento a otro regresaría mi esposa con mi hijo.
    
    Enseñarle a mi hija como usar su dildo, era una idea que me seducía. Pero también luchaba con mis principios de ser un buen padre. Magdalena no se pronunciaba sobre el tema y yo la miraba con ojos diferentes cada día que pasaba. Sus falditas cortas, sus ajustados jeans que hacían resaltar su redondo trasero con esas firmes nalgas, todo en ella me atraía y ahora solo me bastaba esperar el momento en que ella estuviese lista para experimentar.
    
    Una tarde mientras nos refocilábamos en un restaurant local toda la familia, Magdalena estaba sentada frente a mi, mi esposa estaba ocupada con mi hijo. Miré la cara de mi hija, ella me devolvió la mirada y sentí una descarga eléctrica que me hizo estremecer, sentí un cosquilleo característico en mis bolas, a la vez que mi pene se endurecía, su mirada no me dejaba lugar a dudas, leí sus pensamientos, mi hija estaba lista. Había fuego y deseos en esa mirada, una tacita invitación, me tocaba a mí el próximo movimiento. Una sensación como de caída al vacío me hizo apretar mi estómago, como si estuviese descendiendo a una alocada velocidad en una montaña rusa.
    
    Paso casi una semana y al final de esta, mi señora dijo que quería acompañar a julio a un baby-shower y que regresarían tarde. Fui a ver a mi hija a su dormitorio, ella también se preparaba para salir. Se había puesto un ligero maquillaje, vestía unos pantalones cortos y un top, buscaba una chaqueta corta en el armario, que hiciese juego con su falda.
    
    —¿Qué haces hija? …
    
    —Voy a casa de Maritza, papi …
    
    —¿Tienes algo importante que hacer con ella? …
    
    —Realmente no … pero estaba comprometida a visitarla …
    
    —¡Ah! … bueno … tu madre salió con tu hermano y estaremos solos tu y yo …
    
    Magdalena se detuvo de golpe, se volvió y me miró a los ojos, se ruborizo. Hizo un profundo respiro y me dijo.
    
    —¡Ah! … creo que llamaré a Maritza ...
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