1. Magdalena – Primera Parte.


    Fecha: 11/06/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    De siempre antes de irme a acostar, iba a ver a mis hijos para asegurarme de que estuvieran dormidos y arropados para pasar la noche, sobre todo en noches como esta que la temperatura refrescaba bastante. Mi hijo menor, Julio, estaba dormido con los brazos afuera, me acerqué y lo arropé, arrebujando el edredón en modo que cubriera sus bracitos. Él es el más pequeño, recién va en cuarto básico. Luego me fui al cuarto de mi hija mayor, Magdalena, acaba de ingresar a sexto básico, es una pubescente, es una loca maniaca a veces y luego se transforma en la dulce niña de papá que siempre soñé. Generalmente sacaba de quicio a mi esposa, un día me dijo:
    
    —Yo cumplí con traerla al mundo … ahora es tú turno … tú te encargarás de ella …
    
    Desde entonces tenía una relación bastante buena con ella, aunque debía estar muy atento a sus manipulaciones, ya que era maestra en tratar de conseguir lo que le interesaba.
    
    La llevé al salón de belleza para que limpiaran su cutis cuando comenzaron a aflorar algunos granitos de grasa en su cara, le pagué clases de baile y gimnasia en el Mall cercano. Ahora me acerque a su cuarto. Abrí la puerta para dejar filtrar la luz del pasillo en su dormitorio, estaba acostada sobre las sábanas, su camisón estaba ligeramente subido a sus blancos y torneados muslos, tenía en su mano algo brillante, como un lápiz muy grueso, color plateado y una tapa gris oscura, pensé que era un estuche para lápices. Su mano izquierda aferraba firmemente a esa cosa que no me resultaba del todo desconocida, pues se trataba de … ¡¡¡Un consolador!!!
    
    Ella estaba dormida, así que no vio mi reacción de asombro. Incrédulo miré el arnés por algunos segundos, luego retrocedí sin hacer ruido y cerré la puerta silenciosamente. Nada pasaba por mi mente, pero la imagen de mi hija acostada con su camisón arremangado y un juguete sexual en su mano, se grabo a fuego en mi cabeza. Deveras que no lo podía creer, estaba ahí pegado a su puerta sin poder moverme, con cautela volví a abrir la puerta para cerciorarme de que no había sido un juego de mi imaginación perversa, pero no, ella estaba ahí en todo su esplendor adolescente, sosteniendo el dildo plateado en su manita izquierda. Mi hija pequeña ya no era tan pequeña.
    
    Comencé a mirarla con otros ojos. Ella medía cerca de 1,60 y pesaba poco menos de cincuenta kilos, lo sé porque fueron las cifras que arrojó en su presentación al gimnasio del Mall. La miré de arriba abajo, estaba creciendo no hay duda. A la altura de su pecho, dos suaves montículos se alzaban protuberantes, no pude ver más y temiendo que se despertara, hice abandono de su dormitorio sigilosamente. La percepción que tenía de mi hija cambió radicalmente, en ese abrir y cerrar de puerta, me hija se transformó de niña a mujer.
    
    Me acosté al lado de mi esposa, le dije que los niños estaban bien y dormidos, muy pronto el acompasado respirar de mi mujer me indicó que se había dormido. Pero yo permanecía boca arriba en la oscuridad sin poder ...
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