La Feria Medieval - Engañada - Relatos Eróticos

La Feria Medieval - Engañada

... de hacerlo;” añade con una sonrisa en los labios.

“Tengo seguro de esclavitud;” le contesto rápidamente enseñándole la tarjeta que nos han dado a la entrada.

El herrero coge la tarjeta y después de leerla coge una tira de cuero y me la enseña acercándose un poco más a mí, “Entonces por qué no arriesgarse y pasar un rato divertido.”

Miro a mi alrededor y veo que no hay nadie cerca, estoy segura de que si esto hubiese ocurrido después de ver como Alexia y Theresa eran subastadas, no me había atrevido, pero ahora llevada por el par de cervezas que me he bebido en uno de los puestos ambulantes, y por la excitación acumulada durante todo el día, me lanzo a la aventura.

“Adelante;” le digo al herrero.

Rápidamente el rubio y musculoso joven ata la tira de cuero alrededor de mi cuello y comienza a desnudarme de cintura para arriba, comenzando por el corsé y siguiendo por la blusa, dejando mis tetas al aire, después tira de la correa de cuero y me guía hasta colocarme en frente de la picota, con su fuerte mano me obliga a inclinarme hacia abajo y pronto mi cuello y mis muñecas están encerrados entre las dos piezas de madera de la picota.

El herrero se aleja de mí y después de recoger una especie de megáfono sale de la tienda y comienza a hablar, “Vengan señores y señoras, todavía tenemos una venta más antes de la cena, vengan y disfruten del espectáculo que nos va a dar esta joven llamada Kate.”

El herrero repite el llamamiento durante un par de minutos y enseguida casi un centenar de personas se agolpan alrededor de la forja.

“¡Joder! Podías haberte inventado el nombre;” le digo enfadada.

“Silencio esclava o tendré que amordazarte;” me contesta el herrero dándome un azote en el culo.

Suelto un pequeño grito, pero en vez de asustarme me excito todavía más sabiendo que todo es parte del juego en el que he aceptado participar.

‘Vamos a comenzar la última subasta del día, Katherine Parker, diecinueve años, estudiante de Medicina en la Universidad local, sin seguro de esclavitud;” señala el herrero a la multitud, “De momento viendo solamente su hermosa cara, su cabello rubio y sus firmes tetas, empezaremos la puja por veinte monedas de oro.”

Me sorprendo al escuchar el valor de salida, por lo que he podido ver en la feria una moneda de oro equivale a cien dólares, y ninguna de las jóvenes que vi subastada antes supero las treinta monedas de oro.

“25 Monedas;” oigo gritar a alguien.

“Ya tenemos la primera puja;” comenta el herrero, “Veamos que más esconde Kate.”

El herrero se coloca detrás de mí y rasga mi falda y mis bragas quedándome vestida tan solo con las botas de cuero, noto como coloca algo alrededor de mis tobillos y por sorpresa tira de ellos obligándome a abrir mucho las piernas, intento patalear pero me doy cuenta de que ha sujetado mis tobillos al suelo con unas cadenas.

“Echen un vistazo más de cerca a los encantos de Kate;” dice el herrero activando una palanca.

La parte del suelo donde me ...