Laika, no me hagas repetirlo III - Relatos Eróticos

Laika, no me hagas repetirlo III

... asentir, pero se le cerraban los ojos cuando lo hundía un poco más y rozaba su campanilla. –Lo estás haciendo bien. No tengas miedo de la arcada.

Se lo sacaba un centímetro cuando le hablaba, para que se centrara en mí. Su saliva empezaba a caer por su labio inferior. La agarré de la nuca y se tensó. Notó la presión cuando volvía a meterlo. Cuando llevaba 10cm empecé a forzar suavemente, manteniendo la presión. Vinieron las arcadas. No dejé que apartara la cabeza, aunque inconscientemente hacía amagos para sacarse el trozo de goma de la boca. Las arcadas eran bien sonoras ahora y le lloraban los ojos del esfuerzo. Llevo sus manos a mis antebrazos, apretándolos con fuerza. Ella era todo esfuerzo y súplica.

- Las manos en la mesa, Laika. –Dije empezando a bombear suavemente la entrada de su garganta. Hizo caso, aun temblorosa. –Me da igual que vomites, haz lo que tengas que hacer. –Cerró los ojos e intentó negar con la cabeza, sé que estaba pidiendo por favor no vomitar. –Aunque me gusten tus arcadas, tienes que controlar el reflejo. Concéntrate en ello y abre la garganta.

Mis indicaciones eran calmadas, no me sobrepasé, pero tampoco reculé. Su boca era una cascada de saliva. Sus arcadas y su tos eran patentes, incluso de su nariz empezó a gotear a causa de la tos. Sonreí mientras le repetía que me mirar y se esforzara. Y parecía intentarlo. Con un último movimiento, rápido, hice que la punta del consolador entrara en su garganta. Fue una buena arcada, bien sonora. Conté un segundo y lo saqué por completo. Tosió y tosió mientras trataba de coger aire apoyada en la mesa. La cogí del pelo y tiré hacia atrás su cabeza. Quería ver su cara, toda mojada entre lágrimas, mocos y baba. Era un espectáculo.

- Po-por-por favor, no-no más… –Suplicó, con la boca medio abierta por si le exigía seguir, aunque claramente no podía más. Le pasé la mano por la cara suavemente, esparciendo toda esa guarrería.

- Te has portado bien, Laika. –Seguía sorbiendo por la nariz, tosiendo esporádicamente.

- Gra-gracias, s-señor… –Contestó apoyándose en mi mano, como una buena perrita. –Lo…lo intenté pero…

- No te preocupes. –La corté. –Habrá más ocasiones. Seguiremos trabajando tu garganta. No necesito que lo hagas a la perfección ahora, necesito que estes dispuesta a hacerlo. Esa es la lección.

- Creo.. que puedo. –Dijo más tranquila, solo temblaba un poco aun por la emoción del momento.

La agarré por la barriga y la bajé al suelo, a cuatro patas. Le dije que fuera a la cocina y bebiera agua. La esperaba en el sofá. Ella camino lentamente a cuatro. Supongo que en la cocina se pondría de pie, pero volvió de nuevo como un perro a mí. No me miraba. Tampoco se había limpiado la cara, buen punto. Le hice indicaciones para que viniera entre mis piernas. Quedó de rodillas entre ellas, apoyada en mi muslo. Me gustaba tenerla así y acariciarle la cabeza.

- Al final has conseguido que crea que tienes potencial de zorra. Aunque muy al fondo. –Me miró ...