Laika, no me hagas repetirlo III - Relatos Eróticos

Laika, no me hagas repetirlo III

Me dispuse a inspeccionarla como si de una perra se tratara. Que para el caso, es como quería que se sintiera. Me puse delante suyo, de pie. Le levante la cabeza, agarrándola por el pelo, suavemente pero firme. Me miraba expectante, la sentía respirar. Fui a buscarle una teta con mi mano izquierda, eran pequeñas pero en esta postura le colgaban un poco más, aunque sin perder turgencia. Eran pequeñas pero firmes. Le empecé a apretar un pezón, jugar con el mientras la mantenía cogida del pelo.

- ¿Cuántas parejas sexuales has tenido? Cualquier tipo de práctica sexual cuenta.

- Unas… doce o trece, creo –Tenía preparado un salivazo en la boca y le escupí en la cara nada más acabar la frase. –Eeeh!! –Esto la pilló por sorpresa. Intentó zafarse con la cabeza aun sin mover el cuerpo. Le fue a parar a la frente y poco a poco empezó a bajarle por la nariz. Con un movimiento de mi mano derecha volví a ponerle la cabeza firme.

- ¿Qué pasa? ¿Te da asco que tu dueño te escupa? –Le dije, pareciendo visiblemente decepcionado, casi enfadado.

- Yo… bueno, es que no se, nunca me había pasado ni lo había hecho y me… me daba un poco de asco. Lo-lo siento, señor –En su cara se veía que no le acababa de hacer gracia. Una gota empezaba a caer desde la punta de su nariz.

- Si esto te da asco puedes marcharte ahora que solo te he escupido una vez.

- No… no, siga por favor –Dijo mirándome, casi retadora por haberla tratado de cobarde.

- A mi también me da asco que te hayas dejado tocar por unos trece perdedores de mierda, así que estamos en paces. ¿Crees que eran unos blandos comparados conmigo?

- Si, sin duda, señor. –A lo mejor había habido alguien importante entre esos… habría que quitárselo de la cabeza.

- Cuando te use de verdad y comprendas tu verdadero potencial de zorra entenderás porqué eran unos perdedores. Llámales por su nombre –Le agité la cabeza con un movimiento para que entendiera lo que quería de ella.

- Son… unos perdedores. Lo sé ahora – Contestó seria.

Le solté la cabeza y dejé su pecho. Con la mano derecha hice presión hacia abajo en su cabeza hasta que esta tocó la mesa. Aparté sus manos y quedó con el culo levantado, con la cabeza ladeada apoyada en la mesa. Me dirigí detrás suyo. Empezaba a estar obsesionado con ese culo. Tenía pensado abrírselo en algún punto, probaría los límites de ese agujero sin duda. Se lo abrí con las manos hasta ver su ano de nuevo a un palmo de mi cara. La muy zorra gimió sutilmente de vergüenza. Su coño brillaba. No estaba chorreando pero tampoco estaba seco, no hacía falta tocarlo. Su espalda se arqueaba a medida que masajeaba su culo, abriéndolo con ambas manos.

- Mastúrbate. –Le ordené, acompañando esta orden de un azote en el culo. Su mano derecha se dirigió enseguida hacia su clítoris por entre sus piernas.

- Gracias, señor –Contestó, relajando su cuerpo visiblemente.

- Cuentame –Proseguí sin dejar de abrirle el culo delante de mi cara. –¿Con cuantos de esos trece tuviste sexo ...