Laika, no me hagas repetirlo III - Relatos Eróticos

Laika, no me hagas repetirlo III

... la boca. Estaba solo empezando a rozar su campanilla. No había peligro. Aún.

- ¡Pogfavog ag eg muy grange! ¡mo guego! –Se le estaban empezando a saltar las lágrimas del esfuerzo. La miré como si no me afectara. Suplicaba con la mirada mientras intentaba toser.

- Vamos a ver… –Empecé a decir mientras mientras le sacaba esa polla de la boca lentamente. –¿No te habías comido pollas como esta, chupa pollas? –Tosió y sorbió por la nariz, hilos de saliva aun la conectaban a esa polla de goma.

- S-s-si –Tosió. –Pero no así, joder. –Dijo afectada. La abofeteé al segundo. –AAAH!! –Sollozó.

- Vete de aquí. No se puede trabajar contigo. –Dije alejándome de ella, en dirección al cajón, pasando por si lado.

- No! –Contestó entre enfadada y frustrada. Buena combinación. –No, porfa, en serio… –Su voz estaba afectada, pero triste esta vez.

- Con esa actitud no eres la mujer que busco. No me vas a servir. Eres carne de hombres beta, sin más. Largo. –El teatro estaba funcionando. Aunque a esas alturas casi que lo llegué a decir en serio.

Calló. Me miró impotente, de rodillas en la mesa. Desnuda, entre tímidas lágrimas, la parte baja de la cara manchada de saliva, sorbiéndose los mocos. Me giré hacia ella, “hazlo mejor”.

- Hagámoslo otra vez… por favor –Suplicó triste. Era una mezcla extraña. ¿Realmente tenía esas ganas? Necesitaba romper ese caparazón y sentirse libre como una zorra.

- ¿Cuántas veces te han follado la boca? –Dije volviendo hacia ella, mirándola fijamente mientras sorbia sus babas de ese trozo de goma. La miraba fijamente.

- Nu-nunca… joder, digo, jo… –Se prohibió decir esa palabra. –Lo he visto muchas veces en el porno y demás, y me gusta y quería pero… no sabía que sería así y…

- No soy tu novio. –La corté. Volviendo a acariciarle la cabeza. –Soy tu hombre, tu dueño, y voy a amoldar tu cuerpo y tu entrega. Voy a usarte y tu disfrutarás dándome lo que quiero o no tiene sentido que sigas aquí. –Me escuchaba callada, asintiendo más tranquila con cada caricia.

- Lo entiendo. –Dijo bajando la cabeza, buscando sutilmente mi mano.

- Si de verdad te gusta chupar y quieres que me sienta orgulloso de ti, abre la boca y demuéstramelo. –Remarqué estas palabras restregándole el consolador aun mojado por la cara mientras ella asentía tragando saliva.

- Puedo.. puedo hacerlo, señor –Se forzó a decir. Abrió la boca y cerró los ojos, apretándolos.

- Mírame cuando uso tu boca, Laika. –Obedeció, quería que siguiera sintiéndose humillada. – Mucho mejor.

No podía esconder mi sonrisa de satisfacción, de hecho quería que me viera así después de haberla puesto en su sitio. Frustrada por sí misma y su propio deseo de ser una perra para mí. Veríamos como aguantaba. Empecé a introducir el consolador de nuevo en su boca, centímetro a centímetro. Lentamente. La miraba tranquilo y ella me devolvía una mirada miedosa aunque decidida.

- Segunda norma cuando use tu boca: nada de tragar. –Llevaba unos 8cm hundidos. Intentaba ...