Amor de madre Vll - FIN - Relatos Eróticos

Amor de madre Vll - FIN

... como si hubiera sido tomada de lejos y con poca luz, y en ella destacaba la sonrisa despreocupada con la que Tere obsequiaba a alguien en una dirección distinta a la del objetivo que la estaba retratando. Su piel de color canela y su pelo negro y rizado terminaban de componer la imagen de una mujer resuelta y risueña. De no haber sabido a qué se dedicaba, le habría parecido feliz.

Cuando la vio emerger de entre dos calles casi no se lo pudo creer. Era ella, sin duda. Llevaba el pelo recogido en una coleta que ondeaba a un lado y a otro, marcando el paso. Era esbelta, de aspecto engañosamente frágil, y llevaba unos jeans tan cortos que bien podía haberse tratado de un modelo para niñas. Reparó en el Audi y, en cuanto sus miradas se encontraron, le dedicó una sonrisa inesperada.

Cuando Tere llegó a la altura del coche, abrió la puerta del acompañante y tomó asiento sin esperar a que la invitara a hacerlo.

— ¡Joder, Gafitas! ¡No me lo puedo creer!

Antes de que pudiera hacer nada por evitarlo, Tere le echó los brazos al cuello y le dio un sonoro beso en la mejilla que le dejó descolocado y confuso. Trató de recomponerse arrancando y poniéndose en marcha.

— ¿Te apetece comer algo?

— Claro que sí —respondió Tere con una sonrisa picarona que derrapó a traición por su rostro.

Sin darle tiempo a reaccionar, Tere apoyó una mano en su muslo e inició un movimiento de aproximación a su entrepierna que a punto estuvo de no lograr detener a tiempo, como tampoco pudo evitar dar un volantazo que provocó que los coches con los que se cruzó le dedicaran unos airados toques de claxon.

— Para, Tere, por favor —suplicó, a lo que ella respondió con una carcajada pueril mientras se acomodaba en su asiento— Me refería a si has cenado y eso.

— Sí, ya he cenado.

— Lo digo porque yo voy a ir a comer algo.

— Haz lo que quieras —dijo Tere, desviando la vista hacia la ventanilla, como si de repente hubiera empezado a aburrirse.

David aprovechó para examinarla con disimulo. Seguía sin ser una mujer escultural, aunque sí bastante atractiva. Mantenía un rostro bonito, y un cuerpo delgado y sin apenas curvas.

David condujo hasta el McDonald’s situado en un lateral del centro comercial El Paseo, e introdujo el Audi en la vía de servicio para vehículos.

— ¿Seguro que no quieres comer nada?

Tere volvió a negar. Cuando llegó su turno, David recitó el pedido a la chica que atendía tras la ventanilla. Al cabo de unos minutos, colocó las dos bolsas que contenían la comida en el asiento trasero, pero mientras pagaba, notó la expresión asqueada de la chica que le había atendido mientras le dedicaba una ojeada a Tere y después a él, recriminándole sin palabras si no le daba vergüenza contratar los servicios de una prostituta.

Mientras habían estado esperando su turno primero y que les sirvieran después, el silencio se había ido haciendo más pesado a cada minuto y, durante un rato, el único sonido en el habitáculo fue el tamborileo de los ...