1. Amor de madre Vll - FIN


    Fecha: 12/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... pulgares de David en el volante. Cuando vio la pierna de Tere subir y bajar como un pistón, supo que lo había conseguido.
    
    — ¿Quieres dejar de hacer eso? —le dijo— Me estás tocando las narices.
    
    — ¿Es que tengo que explicarte cómo va esto, Gafitas? —rugió Tere— Déjate de ostias y échame un polvo, joder.
    
    En lugar de responder enseguida, David se tomó su tiempo, disfrutando de cómo la magrebí se enfadaba a cada segundo que él se demoraba en responder.
    
    — Si te soy sincero, solo busco algo de compañía. No me gusta cenar solo.
    
    Tere le miró de arriba abajo, como si no pudiera dar crédito. Después le dedicó una sonrisa malévola.
    
    — Vaya, con que eres de esos —resolvió, destilando desprecio— Mira, si no quieres follar, tú te lo pierdes, pero tendrás que pagarme como si lo hubieras hecho. Mi tiempo vale dinero, ¿sabes?
    
    — No te preocupes por eso.
    
    — ¿Conoces algún lugar tranquilo en el que pueda zamparme todo esto?
    
    Aunque supuestamente fueron a su casa, Tere llamó al timbre. No le pareció que produjese sonido alguno, pero aguardó un instante antes de llamar de nuevo. Cuando estaba a punto de hacerlo por tercera vez, la puerta se abrió de golpe y dejó asomar a una muchacha pecosa de unos veintidós o veintitrés años.
    
    — ¡Joder, Tere! ¡Vas a despertar al crío! —fue lo primero que soltó, aunque empezó a arrepentirse en cuanto reparó en David. Se puso lívida, pero aun así encontró fuerzas para seguir aparentando estar enfadada.
    
    — No hacía falta llamar tanto.
    
    — Me he dejado las llaves —le respondió Tere de pasada— Espera un momento, Gafitas. Tengo que cambiarme la compresa.
    
    — No me llames Gafitas, por favor —protestó David, sin demasiada convicción.
    
    David empezó a articular una disculpa, pero el llanto de un niño procedente de algún lugar en el interior del piso acaparó por completo la atención de la joven, que le dio la espalda y anduvo en dirección a los sollozos, dejándole en el rellano solo y desconcertado. Desde allí vio a la pelirroja desaparecer en el interior de una de las habitaciones, enfrente de la de Tere.
    
    Sin saber qué otra cosa hacer, David entró en el piso y cerró la puerta a su espalda. Avanzó hasta el salón y reparó en que los escasos muebles que poblaban aquel espacio estaban desparejados y rotos por las esquinas, lo que le hizo sospechar que los habían rescatado de algún contenedor de basura. En las paredes, amarillentas y llenas de desconchones, no había fotografías ni cuadros que dieran al piso un aspecto personal y menos frío. El único lugar para sentarse era un arcaico sofá de espuma con una funda estampada horrible que apenas lograba disimular las manchas y, frente a este, había una mesa de centro repleta de platos sucios y cercos de una sustancia marrón que David esperó que fuera café. Por todos los rincones se apreciaba la acumulación de polvo y mugre. “El paraíso de cualquier cucaracha”, se dijo.
    
    A un lado del salón había un aparador con las patas delanteras calzadas con cuñas de madera y ...
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