El pasado de un ángel caído en desgracia - Relatos Eróticos

El pasado de un ángel caído en desgracia

... no la tuya, angelito. Antes de daros mi conocimiento, me encantaría escuchar tu historia.

Hace muchos años, en mi pueblo natal, lejos de los grandes castillos y ciudades. Estaba yo, una joven adicta al sexo, follando con un reclutador en un granero. Mi ropa por los suelos, y de cara a un poste, con mi culo abierto en dos para él. Hacía tiempo que dejé a mi familia y quería ganarme la vida haciendo algo que no fuera comer pollas, intentando escapar de mi ninfomanía sin éxito. Decidí hablar con él reclutador, y así acabé.

–Dame más, más.–él me azotó el culo bien fuerte, dejando marca de quien se lo estaba follando.

–¿No has pensado en hacerte puta?

–Dame una oportunidad y… te demostraré que sé…luchar.

Él reclutador continuó sodomizandome, penetrándome con su polla una y otra vez sin parar. Era difícil tomarme en serio por cualquiera si abría mi culo al primero que lo pedía, me imagino que él no esperaba que de verdad supiera luchar y que solo fuera una zorra fácil. Cuándo él terminó de montarme, me llenó el culo de semen. Más tarde, al día siguiente volví para demostrarle que la zorra sabía luchar.

Viéndolo en perspectiva debería haberme vuelto puta y no soldado, porque trabajé de las dos cosas y de gratis. Cuando me hice soldado, intentaba quedarme a solas y masturbarme pero llegaba el primer o la primera soldado por delante y teníamos sexo.

–Si hubiera sido yo te habría domado y convertido en mi mascota mucho tiempo antes.–dijo Livis

–Y eso hizo una noble cuando se enteró de que era la puta del cuartel.

Esta noble era peculiar, era bastante alta y tetona como a ti te gustan, Livis. Tenía una actitud altanera, y muy soberbia. Pertenecía a una antigua estirpe de nobles, una familia muy prestigiosa, pero sus hijos la odiaban tanto que renunciaron a la luz. Y ella me hizo llamar. Lo primero que me ordenó fue desnudarme.

–Desnuda ahora mismo.

¿Qué debía hacer? ¿Fingir una dignidad que no tenía? A ese punto no me importaba nada por lo que obedecí silenciosamente a sus órdenes. No me molesté en tapar mis vergüenzas. Después de desnudarme, procedió a masturbarme con sus dedos. Me apoyé mi cabeza en sus hombros, ella en vez de rechazarme, me arropó mientras me satisfacía con los dedos.

–¿Estás dispuesta a dejar de ser soldado para servirme?–preguntó la noble.

–Si, ama. Solo tengo una condición, no me dejes con hambre.

–Tranquila, tendrás todas las pollas y los coños que desees, yo también soy algo caprichosa.

Hasta ese momento había conseguido una carrera militar más que decente, manchada con mi adicción al sexo por supuesto, pero no estaba nada mal. No obstante todo eso iba a cambiar en ese momento. En ese momento, cambiaba libertad por obediencia y sexo a una noble muy depravada en lo íntimo. Y como pude comprobar tenía planes en mente para mí. Esa misma noche invitó a un noble a un aristócrata a su casa. Yo tuve que servir copas y atenderle desnuda como si fuera su sirvienta. Me devoró con la mirada, ...