No sombras de gris, sino mas negro que la noche. - Relatos Eróticos

No sombras de gris, sino mas negro que la noche.

... sorprendido, observó las nalgas de la esposa brincando a cada azote o manotazo de parte de la muy perra de la sirvienta; a quien, a pesar de todo sentía que adoraba, entre excitantes gritos de ella llorando y revolcándose de placer, suplicando a su ama por mayor castigo.

Sin poderlo creer, Ponciano observaba como su esposa se besuqueaba con aquella infeliz ramera, algo por demás aberrante dentro de un hogar religioso.

Luego, vio a ambas ensartarse como dos perras culo contra culo gritando apasionadas, atornillándose el par de putas con un enorme dildoo doble por su trasero; antes besándose apasionadamente en sus bocas, envueltas en un juego hermoso de lenguas que el hombre bien sabía que era una virtud magistral y muy enervante de la maldita ex sirvienta quien había “emputecido” a su virtuosa esposa.

El amo Ponciano sentía desfallecer, ya que, luego de aquello entre las dos mujeres, llegaron cinco hombres portando antifaces y entre grandes gritos de placer de su ahora putísima mujer, le dieron nalgadas y azotes entre todos, mientras chillaba yendo a gatas mamando a uno y luego a otro para luego follarla duramente.

La pepenaban de las greñas introduciendo sus garrotes hasta casi hacerla vomitar. Fue extraordinariamente excitante la super erótica visión de la penetración de la patrona, bombeándola arteramente por todos sus dulces hoyos ante un estupefacto oso pardo.

Mientras que la ex sirvienta, tambien azotaba y abría las nalgas de la esposa introduciendo su mágica lengua por el ano de la mujer, para que la penetraran por el culo los enardecidos hombres, a la vez que la esposa gritaba revuelta de placer; algo que la esposa jamás había aceptado llevar a cabo con don Ponciano, por considerarlo sucio, pero principalmente pecaminoso.

Vino a la ahora atormentada mente del amo Ponciano, cuando el señor obispo lo llamara a su oficina para reprenderlo severamente ante la queja de su esposa por haberla penetrado por el culo a fuerzas y de manera violenta, en un acto increíble de sodomía, aparte nalgueándola como una ramera.

El amo Ponciano, recordaba como su santificada esposa, se encontraba sollozando amargamente sentada en una silla junto al señor obispo en su oficina; quien miraba de forma severa al degenerado marido reprobando su acción, obligándolo a que le pidiera perdón a ella y comprometiéndose a nunca más intentar aquella practica degenerada “contra natura” misma que el amo Ponciano cumplió al pie de la letra…

Pero únicamente con ella, ya que, para eso, existían “las otras putas” que habían acudido con el amo Ponciano ante el anuncio en las páginas swingers y por la buena paga ofrecida.

Y ahora…

El amo Ponciano observaba al punto del infarto, en aquel video, como los gañanes la follaban con vergas de diferente tamaño, ya fuera uno a uno, o haciéndola sándwich y con otra verga bombeándola por su boca y al final, algunos le rociaban el rostro de semen, que su mujercita, ahora toda una puta ardiente, se llevaba a la boca ...