Una vida peculiar (Capítulo final) - Relatos Eróticos

Una vida peculiar (Capítulo final)

... intentaron preñarme no fui a la oficina a trabajar, mi ama me dijo que Sandra se encargó de explicarle todo lo que yo hacía en la empresa y me sustituyó durante ese tiempo. Más tarde me hizo firmar unos papeles de traspaso, básicamente lo que firmé fue mi renuncia a la empresa y le traspasaba con efecto inmediato todo a mi ama, desde mi puesto hasta el nombre de la empresa. Ya sí que no me quedaba nada.

Los nueve meses que pasé embarazada siguieron su curso normal, me desataron y seguí con las órdenes y deberes diarios. Mis amos se acercaban a mi tripa a explicarle a su hija (la veterinaria les dijo que era una niña) lo puta que era la persona que la mantenía en su vientre, nunca le dijeron que yo era su madre biológica ni nada.

Di a luz a una niña maravillosa que no volví a ver pasado un año justo después de nacer porque inmediatamente me llevaron a la casa de la veterinaria donde me hospedaría durante un largo año. Allí, no hablé en ningún momento, ya se me había olvidado hasta como sonaba mi voz. Me adiestró como una puta que tenía que obedecer en todo, recibía todo tipo de castigos y golpes, pero poco a poco me fue amoldando a gusto de mis amos. Además, descubrí qué era aquel establo ruinoso que se encontraba al final de la finca que vi durante el paseo a la señora, era en efecto un establo, pero dentro tenía una máquina para ordeñar vacas. Y tal como me dijo, allí lo más parecido que había a una vaca era yo, ya que me encontraba con las tetas gordas y llenas de leche. Estuve un día a la semana enchufada a esa máquina completamente inmovilizada y con los ordeñadores enganchados a cada pezón que a cada segundo succionaban lo que saliese de ellos. Como era costumbre, mis pezones acaban muy sensibles e irritados. A lo largo de todo ese año, no paré de suministrarle leche a la hija de mis amos para que se alimentase.

Una vez de vuelta a la casa, era una puta muy distinta a la que se fue, ahora obedecía cualquier tipo de orden sin dudar y al momento. La señora no consiguió del todo que no mostrase emociones, pero ya no lloraba tanto como antes además de que no me importaba lo que me pasase, me inculcó que yo solo debía obedecer y eso hacía.

La casa tenía un ambiente distinto, mis amos se veían felices y se podía sentir una esencia más viva en todo el apartamento. De vez en cuando se veía una personita correteando de aquí para allá, era mi pequeña ama. Mi vestimenta seguía siendo la misma, completamente desnuda con el plug en el culo.

Todo lo que fuese educarla me encargaba yo, le hacía la cama, le alimentaba, si ella quería hacerme algo, le dejaba hacer y demás cosas. Se acostumbró muy rápido a verme desnuda y supo cuál era mi papel y el suyo.

El paso de los años fue avanzando y nada cambió en casa. Mis amos me usaban cuando quería como querían y con lo que querían, mi pequeña ama hacía lo que le apetecía, y yo acataba todo lo que dijesen ellos. Seguía en plena forma a pesar de los años que teníamos ya y cuando mi pequeña ama ...