Una vida peculiar (Capítulo final) - Relatos Eróticos

Una vida peculiar (Capítulo final)

... emitió gemidos pequeños, los típicos surgen cuando se avecina una corrida abundante. Sacó su polla del trasero y lo introdujo en mi coño completamente rojo y abierto debido al trato que había recibido antes.

-Vas a ser preñada, puta. Hasta que lo consigamos solo serás eso, un depósito de semen donde me correré todas las veces que quiera hasta que se te ponga un bombo. No te encariñes con tu descendencia porque no será tuya, tú seguirás siendo la misma puta, perra, puerca, guarra y demás nombres que te pongamos de siempre. Esa criatura será de tus amos y ya está. Vámonos que hay mucho por dónde empezar. No sueltes los aros.

La señora y mi ama después de una abundante corrida pararon y se limpiaron con mi pelo.

-Muchas gracias por ocuparte de esta puta el fin de semana Laura, y lamento las molestias que haya podido ocasionarte- dijo mi amo hacia la señora.

-Nada, no te preocupes, ya tengo algunas ideas para cuando se quede aquí. Va a parecer otra cuando os la devuelva, ya lo veréis.

Nos acercamos al coche y me volví a subir al maletero, estaba completamente igual que el viernes, con todos los dildos y vibradores esparcidos por ahí. Me coloqué en posición y me introdujeron el plug en el culo y un dildo en el coño. Mi boca seguía ocupada por esos aros. Después de una despedida entre mis amos y la señora, se cerraron las puertas del coche y emprendió la marcha de vuelta a su casa.

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Epílogo:

Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que estuve en esa casa de la veterinaria. Llegamos de nuevo a la casa de mis amos, después de unas broncas y castigos me volvieron a repetir lo que tenían pensado para mí en ese tiempo. No era más que nada que preñarme y no dudaron ni un momento en empezar. Mi amo ya se corrió dos veces en mi coño en aquella parcela, pero ahora me tumbaron boca arriba en la mesa del salón, ataron mis manos a cada pata de la mesa, al igual que mis piernas a las patas sobrantes.

Estuve en esa posición durante meses, mis amos iban y venían, follaban como conejos y cuando mi amo se iba a correr, venía y me la clavaba hasta el fondo en el coño, soltaba el semen y se iba de nuevo. Mi ama se encargaba de alimentarme, era el mismo tipo de alimento de siempre, una pasta de lo que fuese acompañado de meados, escupitajos o lo que fuera.

De vez en cuando venía la veterinaria para comprobar si estaba preñada o ver mi estado de salud y que no hubiese ningún problema. Además, siempre que venía recibía alguna tortura en algún punto de mi cuerpo. Mi ama siempre se sumaba a este tipo de juegos para humillarme si podía más.

Fue pasando el tiempo y nada cambió, hasta que me quedé embarazada de mi amo. Más tarde me enteré de estos planes porque mi ama era estéril y no podía tener hijos, por lo que si querían tener un hijo no podrían y la mejor forma era que su puta lo tuviese por ella, o sea, yo. Claro, yo no lo criaría ni nada, no vaya a ser que se pegase todo lo malo de mí, me dijeron. Todo el tiempo en el que ...