La Muñeca de Goma - Relatos Eróticos

La Muñeca de Goma

... Barnes. Ahora, tenemos que probar sus protocolos de disciplina. Esta es una descarga de castigo, pero es sólo una prueba. No es a plena potencia ya que no has roto ninguna regla. ¿Lista? ¡Chica mala!"

Chelsea cayó al suelo mientras una ráfaga de dolor irradiaba por su cuerpo, su boca se abrió en un grito silencioso que nunca podría expresar. Luego, tan rápido como vino, el dolor se detuvo, y ella estaba perfectamente bien, ni siquiera sintiendo ninguna secuela.

"Eso funciona bien. Esperemos que su dueño no tenga que utilizarlo demasiado a menudo. Ahora, el protocolo de recompensa. ¡Buena chica!"

Chelsea se encontró de repente llegando al orgasmo, su coño palpitando con el placer que explotaba por todo su cuerpo. Se retorció en el suelo en un estado de gozo durante no sabe cuánto tiempo antes de poder levantarse de nuevo y retomar su posición de espera. A diferencia del castigo, los efectos posteriores no desaparecieron, dejándola llena de felicidad por el mayor orgasmo de toda su vida.

"Bien, todo está en orden, entonces", dijo la voz. "Ahora, ya no responderás a Chelsea ni a la señorita Barnes".

Chelsea sintió que un vacío la llenaba y supo que su cuerpo estaba literalmente desechando sus antiguos nombres, arrojándolos a un lado para no volver a responder a ellos, a la orden de un solo hombre. Quería llorar, incluso cuando las réplicas de su orgasmo seguían irradiando por su cuerpo tembloroso.

"Sólo responderás al nombre de muñeca de goma o a tu número de producto, 324. Una vez que te vendan, tu nuevo propietario puede elegir rebautizarte con el nombre que se le antoje.

"Entonces, 324, es hora de la prueba en vivo. Asume la posición 14".

Chelsea no tenía ni idea de cuál era la posición 14, pero su cuerpo sí, ya que inmediatamente se puso a cuatro patas, con la cabeza baja hasta el suelo y el culo levantado en el aire para presentar su coño de muñeca obscenamente hinchado a cualquiera que se acercara a ella por detrás.

Unos pasos en el suelo de baldosas le indicaron que alguien se acercaba por detrás y entonces se estremeció cuando unas manos le agarraron las anchas caderas.

"Comenzando el procedimiento de prueba", dijo alguien, una voz idéntica a la del intercomunicador, y Chelsea sintió de repente que el placer florecía en ella una vez más, su coño palpitando de necesidad. Empezó a empujar el culo hacia el hombre que estaba detrás de ella, desesperada por ser utilizada.

Y entonces él clavó su polla en su coño de goma y Chelsea gritó de gozo.

Por supuesto, no podía gritar. Sus cuerdas vocales muertas y su lengua inútil la habían dejado incapaz de emitir cualquier sonido a través de su garganta de goma, pero abrió la boca sin sonido como si pudiese gritar, y el estallido de placer que la empujaba se sintió como un grito silencioso propio.

"Muy agradable, 324", dijo el hombre, y Chelsea se arqueó en mayor placer por los elogios, incluso si era por su papel como un juguete sexual degradado. Si se sentía así, ...