La Muñeca de Goma - Relatos Eróticos

La Muñeca de Goma

... muñeca de goma ni siquiera respiraba; el oxígeno era absorbido por su piel sintética. Sus órganos reproductores ya no funcionaban; ¡no hay que temer un embarazo inesperado de tu juguete sexual humano! Incluso su estómago ya no estaba activo, lo cual era bueno dado que su lengua y su esófago eran ahora juguetes sexuales de goma. Al parecer, una muñeca de goma no comía nada más que semen, que los hombres le suministraban con regularidad, sin importar el orificio por el que lo absorbiesen. De alguna manera, eso era todo lo que se necesitaba para mantenerla activa.

Chelsea sabía que el traje no se quitaría. Ni siquiera era un traje. Era una especie de sólido líquido que se vertía sobre una chica hasta que se adhería a su piel y sustituía cada célula de su epidermis por sí misma, creando un maniquí oscuro, opaco y parecido a la goma, pero que podía moverse por voluntad propia. Cuando su dueño le permitía el libre albedrío, al menos.

Aun así, siguió intentando tirar de su cuerpo, ya sin racionalidad en su puro horror ante su destino irreversible, hasta que una sola palabra la hizo detenerse.

"Para".

Chelsea se puso rígida con la orden y se dejó caer de nuevo en cuclillas, con las piernas abiertas para exponer su coño, los brazos apoyados ligeramente en las rodillas, con las palmas hacia arriba, en lo que su padrastro había llamado la "posición por defecto."

"Lo siento, señorita Barnes, debería haberla puesto en espera primero. Algunos de nuestros productos tienen esta reacción. Supongo que es un poco traumático, pero encontramos que el procesamiento es más fácil cuando el producto está inconsciente."

El producto, se dio cuenta Chelsea con horror, se refería a ella. No era más que una mercancía para esta gente. La habían comprado, después de todo. También la venderían.

"Ahora, necesitamos probar sus protocolos de sumisión. Por favor, póngase de pie".

Chelsea se levantó con elegancia de una manera que nunca habría hecho por su propia voluntad.

"Pirueta", dijo la voz y Chelsea giró sobre sus dedos de los pies como una perfecta bailarina a pesar de no haber tomado nunca una clase de baile en su vida.

"Camina. Corre. Salta. Rueda hacia adelante. Salto mortal hacia atrás. Zambullida hacia delante. Parada de manos. Rueda de carro...".

La voz la puso a prueba, forzándola a moverse de varias maneras, todas las cuales gtacias a su, bueno, programación, realizó perfectamente.

Realmente era un producto.

"Muy bien, señorita Barnes", dijo la voz. Chelsea se quedó en su sitio, todavía congelada, pero notó que no se sentía cansada. No estaba sudada; de hecho, no estaba segura de poder transpirar en absoluto en este nuevo cuerpo. No estaba sin aliento, probablemente porque sus pulmones ya no funcionaban. Se dio cuenta de que sus latidos eran ligeramente elevados, pero mucho menos de lo que habría sido antes de su conversión.

¿Qué le habían hecho?

"Se ha adaptado al proceso de una muñeca de goma maravillosamente, señorita ...