Las refugiadas - Castigo en el parque - Relatos Eróticos

Las refugiadas - Castigo en el parque

... ella —aceptó Pedro—, pero hoy no beberá. Otro día nos veremos y será tu orinal… para todo.

—¿Consientes? —preguntó ella girada hacia Olha.

—Sí señora. Lo que el señor Pedro me pida haré… salvo darle mi virginidad a otro o a un objeto.

—¿Y si te pidiera un dedo?

—Un dedo, la mano, el pie, un brazo, una pierna, mis pechos o el clítoris… si quiere quitármelos son suyos. Ahora y cuando sea su esclava.

Maria Eugenia se giró y miró asombrada a Pedro.

—¿Qué les das?

—Lo sabes bien… Y eso solo con la promesa, cuando se lo dé…

Maria Eugenia apoyó el tacón de aguja de su zapato derecho sobre el hombro de Olha, apoyándose pero procurando pincharla con él. Apoyó parte del peso mientras ella aguantaba. Empezó a orinar. Lo cortó dos veces. La primera a ver si abría la boca y la segunda porque ya había vaciado casi todo y tuvo que hacer fuerza para vaciar un poco más.

—Gracias señora —dijo Olha cuando ella retiró el pie de su hombro.

—Puedes ducharte —concedió Pedro—. Aprovecha para limpiar la ropa pero quítatela antes.

—¿Por qué vas descalza? —preguntó Maria Eugenia.

—Porque el señor Pedro no me ha ordenado que me vuelva a poner las sandalias, solo la ropa.

Salieron a la tienda.

—¿Has hecho que la chica haga ejercicio desnuda en el parque un buen rato y no la dejas beber más que medio litro de agua? ¿Qué clase de sádico eres?

—Uno que se preocupa de conocer a las aspirantes a ser sus sumisas. Olha se extralimitó ayer y merecía un castigo. Pero es masoquista y además la excita que la humillen.

»Además el límite de medio litro no es parte del castigo… bueno en parte sí, pero no en origen. Es parte de un experimento de una ginecóloga amiga mía.

—¿Experimento? —preguntó María Eugenia.

—Sí. Mantenerlas tres días en ayunas, tomando apenas medio litro de agua al día y repetir los análisis, para ver como varían al estresar el cuerpo. Ayer lunes fue el primer examen y análisis y el jueves será el segundo.

»¿Ya te has pensado lo del pago? —preguntó a Susana.

—Sí. Pero necesitaré tiempo para hacerme a la idea. ¿No te ha bastado con mi beso de saludo?

—Es un principio prometedor.

—¿Y?

—Si estas dispuesta te fio —replicó Pedro—. Soy hombre de palabra y creo que tú eres igual.

—¡No! ¡Eso no! —protestó Susana—. Soy, o al menos quiero ser, una mujer de palabra. Lucho por ello con todas mis fuerzas. ¡Pero hombre seguro que no!

Pedro se rio

—Me basta con eso. Y con que seas paciente.

—Entiendo. Tengo que esperar un mes o dos más para que me empieces a enseñar…

—No. No exactamente. Pero sí que tendrás que ir poco a poco. Te voy a dejar a Olha dos horas en semana. Con tres condiciones. La primera vez me gustaría que fuese algún momento en que tu madre pudiera estar para que le pague el hacer de retrete, que le debe de hoy.

—¿De retrete o de urinario? —preguntó Maria Eugenia.

—De retrete. Pero lo tienes que grabar en video y me lo haces llegar. Y no podrá ser aquí.

—El único hueco, pues, ...