La casera enviciada (1/4) - Relatos Eróticos

La casera enviciada (1/4)

... dinero... Me acerqué a él y agarré el dinero, pero él no lo soltó.

Nuestros ojos se encontraron y gruñí:

- “Dame mi dinero.”

- “Anna está siendo castigada esta noche por no terminar su trabajo de examen a tiempo.”

Su comentario me golpeó como un mazo y me costó un momento poder dar respuesta a su pregunta.

- “¿A qué demonios te refieres?”, le pregunté indignada.

- “Sabes a lo que me refiero, Lian... ¡Oh!, no te importa si te llamo Lian, ¿verdad?... Sabes a lo que me refiero porque ya has sido testigo de su castigo una vez… ¿No, Lian?”… Ewan levantó una ceja de manera inquisitiva.

La confirmación de que él sabía que los había visto me hizo sentir que mis piernas se aflojaron y me mareaba... Luché por controlarme.. Abrí la boca para hablar, pero no salieron palabras… Casi antes de darme cuenta, Ewan había soltado su control sobre el dinero, pero luego me agarró del brazo y comenzó a llevarme por el pasillo.

No protesté, ni le dije nada... Simplemente me dejé llevar por el pasillo hasta llegar delante de la puerta cerrada de la habitación.

- “No… debo irme… Quiero irme... ¡Por favor!”, le supliqué a Ewan.

- “No te creo.”

- “Estás equivocado… Quiero irme… ¡Ahora!”

Aparté mi brazo de su agarre, retrocedí un paso, pero no fui más allá.

- “Hagamos un trato, Lian.”

- “¿Un trato?... ¿Qué trato?”… Mi voz sonaba como un patético chillido mientras luchaba por formar frases de manera coherente.

- “Entra en el dormitorio y ve a Anna atada y desnuda… Me encanta que otros la vean… La hace muy humillada... Entonces, si quieres irte antes de que la castigue, puedes hacerlo.”

Sacudí la cabeza de un lado a otro desafiante.

- “No… Debo irme… Me..”, murmuré mientras movía mi cabeza de un lado a otro pero aún así, sin hacer ningún esfuerzo por irme.

A mitad de mi frase, Ewan abrió la puerta del dormitorio y, de repente, mis palabras se cortaron y en su lugar me salió un gemido.

Ante mí estaba el hermoso, atlético y totalmente desnudo cuerpo de la joven Anna... Ella tenía los ojos vendados… Estaba arrodillada en la cama con las nalgas en el aire, la espalda arqueada y la cabeza apoyada en una almohada… Unas cuerdas ataban firmemente sus piernas alrededor de sus muslos y tobillos… Sus brazos estaban tirados brutalmente detrás de ella y atados en sus codos y muñecas.

Durante un largo rato, Ewan me dejó ver la escena desde el pasillo… Nadie habló… Estaba fascinada por la escena... Ewan se acercó a mí, cogió mi brazo suavemente de nuevo y me entró a la habitación... No ofrecí resistencia.

Me puso de pie junto a la cama… Luego se acercó a Anna, la agarró por los hombros y la levantó para que quedara arrodillada sobre la cama… Sus brazos estaban tan apretados que parecía que iban a dislocarse en el hombro… Esto tenía el efecto de levantar su cavidad torácica y empujar sus pechos hacia delante... No podía creer lo erguidos que tenía sus pequeños pezones... Estaba segura de que nunca había visto los míos así de ...