La casera enviciada (1/4) - Relatos Eróticos

La casera enviciada (1/4)

... éxito la sórdida escena de sexo que había visto, así como mi inquietante conversación telefónica con Ewan y me concentré en lo único que me debía dar satisfacción: ganar dinero.

Sin embargo, me dio miedo cuando de nuevo tendría que comprobar si Ewan y Anna habían pagado el alquiler a tiempo... Miré mi extracto bancario tres veces durante el día y comprobé que no habían pagado… Me puse enojada, pero también estaba preocupada.

Decidí esperar un día más, pero al día siguiente no vi tampoco ningún pago… Seguramente lo pagarían hoy, pensé… Después de todo, la última vez se retrasaron 2 días... Sin embargo, pasó tercer día y no había pago.. La ira me venció y le llamé por teléfono… Estaba furiosa.

Al final fue Anna quien respondió y le dije:

- “El alquiler, jovencita, lleva un retraso de 3 días… Esta es la segunda y eso no puede ser siempre así.”

- “Lo siento mucho, señora Brown… Hemos estado muy ocupados estudiando para los exámenes que no hemos podido ponerle en el banco el dinero... Lo tenemos aquí... Si vienes esta noche, puedes recogerlo.”

- “Diana, no voy de cobrar el alquiler de mis inquilinos… Es vuestra obligación pagarlo en mi cuenta a tiempo”, le respondí.

- “Oh, por favor… Solo por esta vez... Prometemos que no volverá a suceder”, me suplicó.

Dudé, y luego de respirar hondo, le dije:

- “Está bien, lo recogeré… Pero entiende que esta es definitivamente la última vez… Estaré allí alrededor de las 20,30 h... Ten el dinero del alquiler listo para que yo lo recoja.”

- “Si señora Brown y, gracias… Ewan y yo se lo agradecemos.”

Cuando me detuve frente al apartamento a la hora que le dije, no podía creer lo nerviosa e incómoda que me sentía.

Traté de razonar conmigo misma, pero mis nervios estaban a flor de piel… Decidí ir rápida, coger el dinero del alquiler y salir de ahí lo más rápido que pudiera, y con el mínimo de conversación.

Cuando llamé a la puerta, casi recé para que fuera Anna quien me abriera, pero para mi consternación fue Ewan… Por un momento nos miramos el uno al otro, antes de que Ewan se hiciera a un lado y con un movimiento exagerado de su brazo me invitara a entrar.

- “Tengo prisa… Por favor, dame el dinero del alquiler y me iré”, le dije con desprecio.

Ewan se acercó a una lata, sacó una suma de dinero y comenzó a contarlo poco a poco... Yo estaba nerviosa y comencé a moverme, e intenté llevar una conversación cortés.

- “Anna no está, ¿verdad?”, le pregunté.

- “Si… Ella está en casa... Está atada.”

- “¡¡Oooh!!”, respondí como asustada.

No fue hasta que Ewan me miró por encima del hombro con una sonrisa en su rostro cuando sentí mi cara sonrojarse, aunque traté de no mostrar signos externos de ninguna emoción.

Aparté la vista para evitar el contacto visual con Ewan y luego miré con impaciencia mi reloj.

- “Date prisa, por favor… Se me hace tarde.”

Ewan contó el dinero de nuevo, por tercera vez… Finalmente se volvió hacia mí y extendió su mano que contenía el ...