Una Aventura diferente - Relatos Eróticos

Una Aventura diferente

... escuchaba los sonidos de la fiesta, la música y el sonido de la gente cantando y bailando. Si me quedaba mirando hacia abajo, podía ver parte de la terraza delantera. Desde luego, era un sábado completamente normal. aunque aquella fiesta había sido muy ruidosa hasta ese momento. Estábamos en una zona turística por lo que era muy habitual ver fiestas de ese tipo por la zona y en muchos apartamentos.

La noche transcurría con el sonido de la música y el ambiente de la fiesta, impidiéndome poder dormir, así que encendí el ordenador para ver alguna película o leer alguna noticia, ver porno también. Desde hacía un mes que había venido el buen tiempo, me gustaba ver los pies de las mujeres por la calle, me sentía atraído por verlos. No sabía la razón, pero era excitante y morboso hacer algo prohibido o tabú, que la sociedad rechazaba. Estaba leyendo algún relato erótico cuando escuché jaleo en el rellano de mi planta, así que me asomé por la mirilla para mirar. No es que fuese cotilla, pero a esas horas de la noche cualquier ruido a lo largo de la noche se magnificaba haciéndose muy ruidoso. Resultaba que era mi vecina junto con sus amigas que volvían de su fiesta de empresa o fiesta a secas o lo que fuese. Presentaban un aspecto muy demacrado, se notaba que habían hecho cosas calientes, porque todas venían semidesnudas, con el maquillaje y el rímel corrido.

–¡Vamos que se lo habían pasado de miedo! –pensaba yo.

Una cosa llamó mi atención alguna de ellas llevaba marcas en la espalda como si las hubieran dando con un látigo o con algo. Además, ellas iban descalzas con los zapatos en la mano, viéndoles sus pies, aunque sucios por andar descalzas, muy hermosos. Todas parecían que estaban bebidas no sólo por su comportamiento sino por el color rojo de sus mejillas, indicándome que habían bebido demasiado. Las tres chicas junto con mi vecina Patricia entraron a su apartamento, cerrándose la puerta. Por un momento, pensé que todo había acabado, pero al rato, sentí pasos en el rellano, y la luz led de la escalera se encendió, por lo que me acerqué a mirar a través de la mirilla.

Mi puerta estaba la última del fondo, por lo que veía todo el rellano de sobra y con claridad. Además, había puesto en el agujero de la mirilla una cámara, de forma que por dentro se veía todo el rellano en una pantalla de varias pulgadas. Una mujer subía por las escaleras con otras tres más que la acompañaban con una vestimenta que impresionaban. Llevaban un traje de esos negros de látex, con unas botas altas con tacón de aguja, uñas largas pintadas de diferentes colores. Iban hablando entre ellas, riéndose y pasándoselo bien. Una de ellas que tenía el pelo rubio teñido con un abrigo de esos que cubría todo su cuerpo como las restantes, tocó el timbre de la puerta. La puerta se abrió despacio dejando ver el interior de la vivienda de mi vecina. Tanto mi vecina como sus amigas estaban todas de rodillas a cuatro patas como si fuesen unas perras. Me fijé que todas miraban al ...