Una Aventura diferente - Relatos Eróticos

Una Aventura diferente

... terminó de limpiarle los pies a Inma, comenzó a limpiarlas los pies a Claudia y a Diana, chupándolas sus dedos, y lamiendo sus plantas, y limpiando la suciedad que había entre sus dedos. Ellas se dieron cuenta que tenia nuevamente el micropene erecto, desafiante esperando a ser ordeñado, y entonces les salió una sonrisa, riéndose de él. Sus amigos comenzaron a correrse en ese momento, gimiendo de placer y de gusto, mientras que las esclavas se tragaban todo su semen. –¡Aaah, aaah, aaah! –gemían de placer ellos. –¡Mmm, mmm, mmm! –gemían de placer ellos. –¡Aaah, aaah, aaah! –gemían de placer ellos. –¡Mmm, mmm, mmm! –gemían de placer ellos.

–¡Levántate, Diego! –dijo Ama Inma.

–Antes de que te vean tus amigos, en la situación en la que estás. –dijo Ama Inma.

Diego se iba a subir los pantalones, pero antes de eso, Ama Inma le dijo.

–¡Haz una reverencia y besa nuestros pies, Diego! –ordenó Ama Inma.

Este, lo hizo de inmediato, hizo una reverencia por cada una de ellas, y besos sus pies.

–¡Muy bien, Diego! –dijo Ama Inma.

–Hablaremos de todo esto otro día, para saber lo que quieres en tu vida, Diego. –dijo Ama Inma.

–Somos amigos desde hace mucho, y la verdad que no sabía que te gustara todo esto, pero por eso mismo tenemos que hablarlo un día en mi casa, por ejemplo.

–Te llamaré por teléfono para concretar la cita, e iremos las tres a visitarte. –dijo Ama Inma.

–¡Nos vemos, Diego! –dijo Ama Inma, dándose la vuelta para coger las cadenas de su esclava, junto con las demás para irse por las escaleras, mientras que los amigos se arreglaban los pantalones.

–¡Ha sido bestial, tíos! –dijeron ellos.

–Si, es verdad. –dijo Alfredo.

–Nunca había experimentado algo así. –dijo Antonio.

–Lo siento por ti, Diego, pero con el pene pequeño que tienes no has podido experimentarlo. –dijo Miguel.

Los cuatro se fueron bajando las escaleras, pero para Diego, aún con la polla erecta, no dejaba de pensar en lo que había hecho con Inma y sus amigas. Mientras que Inma, Claudia y Diana subieron hasta el piso de las esclavas Aasiyah y Aanisa, abriendo su puerta. Se quedaron, de rodillas ante ellas, para comenzar a hacer una reverencia y besar sus pies, pero continuando para lamerlos y chuparlos. Mientras que, en ese momento, salía una vecina llamada Marta con su amiga Maribel, que se quedaron mirando como las hijas de sus vecinas, lamían los pies sucios de esas vecinas llamadas Inma y Diana. Mientras que Claudia, llegaba a la puerta del piso de Aneesa, la cual era mi vecina, la cual comenzó a lamer sus pies mientras salía yo para ir a comprar, así que la mire, poniéndoseme la polla dura y abultando el pantalón con una gran erección, apreciándoseme una mancha de líquido preseminal en él, que no paso de inadvertido a los ojos de Claudia, que se rio del panorama.

–¡Ja, ja, ja, ja! –rio Ama Claudia, al verme el bulto en el pantalón, que había manchado con mi propio liquido preseminal.

–¡Cuidado, Eugenio! –dijo Ama Claudia.

–¡Qué ...