Mi profesora se convierte en mi putita - Relatos Eróticos

Mi profesora se convierte en mi putita

... moviéndose al compás de la mamada. Empecé a pellizcarle los pezones, con suavidad y a darle cachetazos en las tetas observando como volvían a su posición inicial y se iban enrojeciendo. La magreé un poco más mientras me la comía, pero enseguida paré porque no quería correrme aún y estaba todo el rato a punto.

Antes quería follarme su cara. Le agarré el pelo por detrás de la cabeza con suavidad, con las dos manos, y luego se lo así con fuerza y empecé a moverla a mi antojo. A follarme su cara como si fuera una muñeca, mi muñeca. El rímel se le había corrido totalmente, el pintalabios estaba medio borrado y su cara cada vez más roja, porque le costaba respirar. Las babas se le escapaban por la comisura de los labios y caían sobre sus pechos desnudos, sobre el parqué de su despacho, mojándolo todo. “Estás mojándolo todo como una guarra, igual luego te hago lamerlo”.

Seguí un rato así, follándome su cara con fuerza, hasta que ella empezó a darme con las manos en los muslos, desesperada por respirar y, sin dejar de sujetarla, la alejé de mi polla para que respirara. Tosió unos segundos y le caían lágrimas a mansalva. Cuando me pareció que ya tenía suficiente repetí la acción, con la misma brusquedad, hasta que empecé a correrme. La saqué para mancharle la cara y luego se la volví a meter y presioné con fuerza para mi corrida fuera directamente a su esófago.

Cuando acabé, abrí los ojos y ella seguía con mi polla en la boca, las tetas llenas de babas, la cara con corrida y los ojos cerrados, aguardando con docilidad. “No quiero que te muevas, quiero observar lo puta que pareces con mi corrida en la cara”.

Entonces no sé por qué lo hice, pero no pude resistirme a la tentación de sacar mi teléfono del bolsillo mientras me subía los pantalones y sacarle una fotografía así.

En la foto, que más tarde observaría en mi casa, se veía todo su despacho desde la perspectiva de la mesa y ella arrodillada delante, despeinada, con el rímel corrido y lefa en la cara, con el sujetador por el vientre y las tetas rojas y llenas de babas. Estaba realmente sexy.

Tras eso me agaché y empecé a besarla. Su boca sabía a mi polla, a mi corrida, pero me daba igual, me encantaba, de hecho. Al principio se quedó un poco parada, pero en seguida siguió mis besos entregada. Estuvimos bastante rato así y, cuando ella subió la mano para acariciarme el cuello yo bajé la mía hábilmente y le acaricié la entrada del coño, empapado. Metí dos dedos y suspiro ruidosamente. Entonces, los saqué se los puse delante de los ojos y se los acerqué a la boca. Empezó a lamerlos como una loca, todavía con los ojos cerrados por mi corrida.

- Parece que desde hoy hasta junio tengo una nueva putita a mi entera disposición. Enhorabuena por el puesto, ya te iré diciendo qué quiero que hagas. Pero de momento, tienes menos de 5 minutos para limpiarte, vestirte y dejar este despacho decente si no quieres que las de la limpieza sepan lo que eres en realidad.

Y dicho esto agarré mi ...