1. Mi profesora se convierte en mi putita


    Fecha: 27/03/2019, Categorías: No Consentido Autor: lissyta, Fuente: TodoRelatos

    ... segundos se puso de pie, se subió la ropa y cuando iba a marcharse tras decirme “Esta tarde ya te saldrá un 8 en el campus virt”, la agarré del brazo con brusquedad sin dejarla terminar.
    
    - ¿Qué haces?
    
    - Quiero que me devuelvas el favor.
    
    - ¡Pero qué dices niñato, esto no va a pasar y sal de mi vista antes de que cambie de opinión y te vuelva a dejar el 4!
    
    - De acuerdo, entonces supongo que no te importará que haya grabado toda la conversación con el teléfono (incluso esto que estamos hablando está siendo registrado) y la comparta con quien crea conveniente. Seguro que al decano le gustará saber que su adorada profesora extorsiona a los alumnos.
    
    Me estaba tirando un farol, pero estaba tan furioso por cómo me había tratado siempre, como si fuera tonto por ser simplemente tímido, que sentía que tenía todo el derecho del mundo a devolvérsela.
    
    Su cara era un poema, le temblaba el mentón y parecía que se iba a poner a llorar en cualquier momento. Me pidió que lo borrara, que dejara de registrar, que no era legal (ahí me reí en una sonora carcajada) y finalmente, supongo que cuando comprendió la gravedad de lo que acababa de pasar, me pidió qué quería.
    
    - Para empezar, desnúdate.
    
    - ¿Qué? ¿Aquí? Nos pueden ver…
    
    - Nos queda media hora hasta que vengan las chicas de la limpieza y creo que hace unos minutos, cuando estabas espatarrada con el coño en mi boca, no te importaba tanto.
    
    Me miró con cara de rabia, pero los ojos le brillaban con algo más que eso, ¿quizás estaba excitada? No lo sabía y tampoco es que me importara mucho. Empezó a sacarse la ropa, expeditivamente pero sin que resultara nada sexy, como si estuviera en un reconocimiento médico y se tratara de un mero peaje administrativo.
    
    Se quedó de pie en braguitas y sujetador, esperando. Sin ropa parecía una muñeca de porcelana; su pelo oscuro contrastaba con su piel nívea. Se veía pequeña y frágil, ya que a pesar de la diferencia de edad y tener solo 23 años yo era muchísimo más alto y corpulento que ella. Sentí algo de ternura, de ganas de protegerla, pero lo que era más potente en mi interior eran mis ganas de humillarla por todo lo que me había hecho pasar. Entonces, sentándome en la mesa donde ella había estado antes espatarrada le ordené:
    
    - Muy bien, ahora arrodíllate aquí delante.
    
    No se movió, seguía mirándome con furia, orgullosa, rabiosa. Así que me acerqué a ella y le di un bofetón, más sonoro que fuerte. No se lo esperaba así que se le giró la cabeza con brusquedad y el pelo le tapo la cara y, cuando se la volví a ver, tenía los ojos abiertos como platos. Pero seguí inflexible.
    
    - No quiero perder el tiempo, si no vas a colaborar me marcharé y ya te apañarás con tus superiores.
    
    Se arrodilló, con una mano acariciándose la mejilla, cada vez más roja. Entonces simplemente le advertí: si me mordía, si notaba sus dientes siquiera, si no me gustaba como lo hacía, si no me dejaba correr donde quería… enviaba la grabación. Me dijo que sí a todo, supongo ...
«1...345...»