1. Tentado en el aula


    Fecha: 01/11/2023, Categorías: Jóvenes Autor: baco, Fuente: RelatosEróticos

    ... como una alumna. Cuando hablábamos fugazmente fuera del aula, solía acercárseme demasiado, podría hablarse de seducción, pero era tan sencilla e inocente en sus maneras que no alcanzaba a aseverar aquello como una insinuación. En las clases al avanzaba aún más e incluso se permitía deslizar caricias que compensaba (o esfumaba) con manotazos o pellizcos cuando se partía de risa.
    
    Cada día la comenzaba a ver diferente, con una malicia animal, comenzamos a hablar más a menudo en encuentros esporádicos y fortuitos que quizá planeábamos inconscientemente.
    
    Irremediablemente empecé contemplar su figura; sus perfectos labios, su piel que parecía revestida siempre de algún perfume celestial y un físico que empezaba a socavar bajos instintos. Instintos que consideraba extintos, instintos que esa pequeña de sonrisa encantadora insistía en invocar.
    
    La situación se tornaba insostenible en varios aspectos. Esa pequeña llama ya empezaba a hervir el agua y aquel tic tac parecía acercarse más a su punto cero.
    
    Aunque no había pasión en los encuentros, la pasión estaba allí. Aunque no había intensiones en las palabras. Era evidente que la intención estaba allí.
    
    Gaby ya no podía negarse a sí misma la atracción que sentía y también sabía que en él el sentimiento era remotamente parecido. La tranquilidad implacable de él le obligaba (o permitía) ser a veces más atrevida. Sabía que él podría resistir los golpes de ese juego de seducción y también sabía cuánto daño le hacía.
    
    Pronto se sorprendió imaginando que él rompía esa barrera imaginaria y la poseía. Pronto se vio presa de su misma tortura.
    
    Él, sabiendo de sus deseos contenidos también imaginaba sobrepasar esa barrera. Según la polaridad de esos encuentros fortuitos se imaginaba tomándola o siendo tomado por ella.
    
    El momento cumbre llegó a finales de año, el último día antes de vacaciones. Ese viernes que los dos recordarían.
    
    Este juego de inocente coquetería me hizo tentar a la suerte una vez. Ya que consideraba insensata mi fortuna, decidí idear un encuentro tan furtivo como íntimo con la simple excusa de que no tenía nada que perder. Una semana antes del final de clases entregué todos los trabajos del lapso menos uno: el de ella. Sus protestas dramatizadas y exageradas se vieron inmediatamente extintas cuando le prometí terminar de corregir sus trabajos y entregarle todas las notas en tiempo y forma.
    
    Sucedió así entonces; la última semana de ese año iban habitualmente pocos estudiantes, sólo los que tenían alguna prueba pendiente o quienes iban para recuperar asistencias.
    
    Como yo había cumplido al pie de la letra mi plan de evaluación, esa semana estaban todos libres, excepto ella, que en caso de querer (puesto que no estaba en obligación de hacerlo) pasaría a buscar sus notas y trabajos.
    
    Confiando en mi escasa suerte, me presenté al aula y me senté en el escritorio a esperar. Sus calificaciones eran increíblemente perfectas y para hacer llevadero el tiempo me dispuse a releer ...
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