1. La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Transexuales Autor: Liver96, Fuente: TodoRelatos

    ... Sacerdotisas de Sol desataron y cargaron al hombre moribundo. Mirlya arrojó el látigo con desprecio hacia Aalyat y se marchó junto a las otras. Los fanáticos contemplaban toda la escena en silencio, esperando una reacción de la Sacerdotisa.
    
    “Uktre tudba, Dalikha… Daemeeth,” susurró. “Llévense a esa escoria a los calabozos de la guardia, hasta que llegue el momento de ir al Templo,” ordenó Aalyat refiriéndose a Dogannu.
    
    Las mujeres se movieron a toda prisa, teniendo cuidado de no mover a Evarod más de la cuenta. Llegaron a su casa de reunión lo más pronto que pudieron y acostaron al guerrero para tratar de curar sus terribles heridas. Mirlya permaneció junto a él y las demás mujeres buscaban hierbas, agua fresca y limpia para lavar y tratar su espalda lacerada.
    
    “Bebe un poco, lo necesitas…” murmuró Mirlya al ver que abrió los ojos levemente. “No debiste hacerlo, porqué lo hiciste!?” añadió ella alterada por el llanto.
    
    Evarod dio un ínfimo sorbo al cuenco y Kesri vertió un poco de agua mezclada con hierbas sobre su espalda. El hombre soltó un quejido lastimero pero Mirlya le tomó la mano, infundiéndole ánimos. Las heridas se veían mal y había palidecido mucho por la conmoción y la pérdida de sangre, con mucho cuidado las sacerdotisas limpiaron las heridas, otras sujetaban a Evarod para evitar que se moviese y cubrieron su espalda con hojas llenas de una especie de pasta blanca, encomendando su salud y curación a los dioses.
    
    Cerca de la casa de Hatimekh, Dogannu era arrastrado por un grupo numeroso de fanáticos hasta los calabozos de la guardia de Evarod. Allí, fue arrojado a la misma celda en la que había sido encerrado al principio y el muchacho se quedó en el suelo polvoriento del lugar, indiferente.
    
    Estaba seguro que Evarod no sobreviviría a semejante castigo, otra persona que moría por su culpa. Pero lo que había dicho en medio del suplicio era preocupante, habían intentado asesinar a Aalyat infructuosamente; quien más habría muerto tratando de salvarlo? En otro momento las esperanzas de terminar su padecimiento serían mayores, pero a la luz de las palabras del Oráculo de Dagon, aquello simplemente era un desperdicio.
    
    Luego de observar como El Inicuo era llevado a los calabozos, Edrok atravesó las calles del pueblo, cabizbajo. Una figura encapuchada y vestida de negro se movía lentamente, alejándose del pueblo. El joven la siguió para saber quien era.
    
    “Piensas abandonar este lugar maldito?” escuchó la ronca voz del Oráculo de Dagon antes de ponerse frente a él.
    
    “Mi padre está muerto, como bien sabes, viejo sabio. Ya no tengo nada más aquí,” respondió Edrok con amargura.
    
    “Y qué hay de la mujer?”
    
    Edrok se detuvo en medio del camino para mirar al Oráculo.
    
    “Diamnith? Prefiere quedarse junto a Aalyat, bien por ella, no la detendré…” repuso Edrok.
    
    “Oh Edrok, hijo de Hatimekh, hay cosas que me consternan, la verdad es una de ellas. Si te sirve de consuelo, su espíritu está reunido con sus antepasados, en el ...
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