1. La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Transexuales Autor: Liver96, Fuente: TodoRelatos

    ... sentir la fuerza de mi látigo, no puedo negarme a una víctima voluntaria…” comentó ella y haciendo otra señal, los fanáticos asieron a Dogannu por los brazos, el joven forcejeó con ellos, tratando de no dejar a su madre sola.
    
    La misma Aalyat la hizo arrodillarse y rasgó su túnica, exponiendo su espalda al látigo. Mirlya se encomendó a todos los dioses para soportar el terrible castigo que se avecinaba cuando otra voz, la de un hombre; interrumpió a Aalyat una vez más.
    
    “Yo asumiré el castigo,” exclamó Evarod.
    
    Aalyat se extrañó de su atrevimiento y le miró con desconcierto. Luego sus labios se curvaron en una sonrisa irónica.
    
    “Creo que en este pueblo, los blasfemos ansían ser castigados en lugar de otros blasfemos,” se burló Aalyat. No obstante, ordenó que Evarod fuese desarmado y llevado a la plataforma.
    
    Una vez frente a ella, el guerrero desvió la mirada. Pero no desapareció su expresión de asco al estar ante Aalyat.
    
    “Y tú, porqué deseas ser castigado en lugar de ella?” preguntó la Sacerdotisa con burla y una suave carcajada.
    
    Evarod no respondió inmediatamente, aunque su mirada se fijó en Mirlya, casi como si quisiera hablarle con solo verla. Aalyat notó aquello y comenzó a reír sorprendida.
    
    “Así que es amor… eso lo hace todo más fácil. Atadle,” ordenó la joven.
    
    Con sus brazos extendidos por encima de su cabeza y a ambos lados, la espalda de Evarod estaba lista para el castigo. La Sacerdotisa alzó el brazo y descargó un rápido y fuerte golpe en la espalda de Evarod, que reprimió un grito de puro dolor. Mirlya se cubrió la boca con ambas manos alterada por el llanto, Aalyat siguió chasqueando el látigo y lacerando profundamente la espalda de su víctima.
    
    Al llegar al décimo azote, la chica sacudió el brazo un poco, para evitar el entumecimiento. Evarod gemía y jadeaba de dolor, sangraba profusamente y la espalda estaba en carne viva.
    
    “Ojalá… hubiese sido… el que intentó matarte. No… habría… fallado…” balbuceó el guerrero con una sonrisa llena de desprecio. El rostro de la joven se demudó por la ira.
    
    “Serán ochenta azotes, por tu insolencia y atrevimiento. Para que aprendas la lección,” le dijo ella consumida por el odio asesino.
    
    “No! Lo vais a matar!” gritó Mirlya aterrada.
    
    Aalyat no prestó oídos a los aullidos y súplicas de Mirlya y siguió azotando a Evarod con crueldad. Los gruñidos y quejidos del guerrero se fueron apagando conforme ella magullaba y desgarraba su espalda con cada azote. La sangre fluía copiosamente de sus heridas y la Sacerdotisa parecía dispuesta a cumplir su palabra.
    
    Pero al llegar a 25 azotes, Mirlya logró zafarse del agarre de Kesri y se abalanzó sobre Aalyat, con la intención de arrebatarle el látigo por la fuerza. La joven tenía un pequeño corte en el labio y saboreó su propia sangre con mirada insana, Evarod se desmayó y no cayó al suelo debido a las ataduras, la sangre escapaba por su boca entreabierta.
    
    “Ayúdenme!!!” les rogó Mirlya a sus hermanas.
    
    Kesri y las demás ...
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