1. La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Transexuales Autor: Liver96, Fuente: TodoRelatos

    ... Dogannu con amarga ironía, encogiéndose de hombros y extendiendo las manos juntas.
    
    “Os atrevéis a burlarte de mi?” inquirió Aalyat ofendida. “Tu blasfemia no quedará sin castigo,” añadió y haciendo una señal, varios hombres fornidos se arrojaron sobre Dogannu para someterle.
    
    El alboroto de cientos de voces puso en alerta a las sacerdotisas, que salieron para enterarse de lo que sucedía. Las mujeres vieron a cientos de personas, gritando y rugiendo salvajemente y en un momento de extraña quietud les llegó las palabras de uno de ellos.
    
    “Al fin se castigará al Inicuo!!! JUSTICIA!!!”
    
    Kesri y las otras se miraron desconcertadas y aterrorizadas. Dos de ellas corrieron a la casa para llamar a Mirlya y juntas fueron hasta el lugar designado, la plataforma del mercado de esclavos, ahora símbolo del poder alcanzado por Aalyat. Abriéndose paso en medio de la multitud, pudieron ver a Dogannu de rodillas al lado de Aalyat, con su espalda desnuda y expuesta, la joven sostenía un látigo de varias correas y con objetos punzantes a lo largo. La madre de Dogannu palideció y comenzó a gritar desesperada, suplicando piedad.
    
    “Matadle!” rugían cientos de voces al unísono, clamando a Aalyat por la vida de Dogannu.
    
    La Sacerdotisa de la Noche alzó su mano y reinó el silencio, solo interrumpido por los ruegos y lamentos de Mirlya.
    
    “Pueblo de Ashtaroth. He aquí ante ustedes El Inicuo, causante de todas sus desgracias y perdidas. Hoy ejerceré parte de la retribución que Astarté Oscura ha preparado para este despreciable blasfemo. Serán cuarenta azotes, uno por cada víctima sacrificada antes de ser expuesto como el culpable de nuestras plagas,” clamó Aalyat y agitó el látigo en su mano.
    
    Mirlya no se quedaría impasible por semejante castigo, que equivalía a una sentencia de muerte.
    
    “Castígame a mí! A él no!!!” chilló ella angustiada.
    
    Aalyat ignoró los gritos de la mujer y acarició suavemente la espalda de Dogannu, lista para descargar el primer golpe. Pero ella continuó gritando y maldiciendo a Aalyat, tratando de obtener su atención. La rabia se reflejó en sus delicadas facciones y alejándose de Dogannu, ordenó que acercasen a Mirlya a la plataforma.
    
    “No has causado suficiente daño ya? No escucharé tus ruegos y peticiones,” dijo Aalyat.
    
    “Si alguna vez amaste a mi hijo, te pido que me dejéis asumir su lugar. Él no merece nada de lo que has concebido,” lloraba Mirlya.
    
    “La joven ingenua que una vez amó a Dogannu se ha ido. No intentes detenerme o lo pagarás,” amenazó la Sacerdotisa.
    
    La mujer se liberó del agarre de sus hermanas y subió a la plataforma. Encarándose con Aalyat, susurró a su hijo.
    
    “Levántate y vete.”
    
    “No lo haré, madre,” contestó Dogannu.
    
    “Ya escuchaste. Dogannu sabe que merece el castigo, pero si lo deseas, lo recibirás junto a él,” sugirió Aalyat.
    
    Las otras sacerdotisas se pusieron detrás de Mirlya, en apoyo. Aalyat se rió quedamente, regodeándose en lo inútil y patético de su esfuerzo.
    
    “Si tanto deseas ...
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