La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6 - Relatos Eróticos

La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6

... reveló el anciano.

“Creí que fue Astarté Oscura.”

“No menciones su nombre! Cualquier mortal que lo menciona está maldito!” le amonestó el Oráculo.

“Entonces… si esa diosa no es la responsable, porque no solo fui sacrificado?” inquirió.

“Argh… no todos los dioses estuvieron de acuerdo con tu sentencia. Pero desobedecer a Baal conlleva un gran riesgo, aunque tú, mortal… tienes a alguien de tu lado,” musitó el Oráculo de Dagon y dejó escapar un suspiro.

Aquello no parecía tener sentido. Alguien a su favor?

“Dime quién, entonces? A quién le importo tanto que no ha hecho nada?” cuestionó el joven, impaciente.

“Lo sabrás a su debido tiempo. Aunque no esperaba que pudieses ser capaz de saberlo, los mortales no pueden darse cuenta de nada, incluso a simple vista. Yo he vivido por siglos, y puedo decirte que he visto a los dioses inmortales, buenos y malos…” dijo el anciano.

“Que hay de Aalyat?”

“Te cuento lo que desees saber de ti, tu destino profetizado. Esa pregunta no te corresponde hacerla,” dijo el Oráculo con un asomo de molestia en su ronca voz.

“Aun no me dices lo que quiero saber…” gruñó a la expectativa.

Un haz de luz evitaba ver al anciano con claridad. Dogannu escuchó un ligero movimiento y el Oráculo se incorporó, dejando que la luz diese a un lado de su rostro viejo y desfigurado. El muchacho retrocedió en la silla, como queriendo ignorar lo que estaba a punto de oír.

“La Oscuridad cubrirá el mundo. Sombras y calaveras te rodean, una oscura celda en lo profundo del Inframundo espera; los muertos se abstendrán de pronunciar tu nombre. Pero antes del fin… lo perderás todo…” recitó el anciano con expresión malévola en su cara.

Dogannu se levantó torpemente y como pudo se las arreglo para salir de allí. Podía escuchar mientras se alejaba una ronca carcajada y esa sensación de temor e inseguridad regresó con más fuerza.

De verdad ese era su destino? Después de todos los intentos infructuosos, acabaría en lo más profundo e infame del Averno? Sus esperanzas murieron en el instante que el anciano pronunció su oráculo, y si era así; para qué seguir aguardando por una solución que jamás llegaría? Lo único que podía hacer era pasar el mayor tiempo con su madre y, brindarle consuelo. Ya no le tenía rencor por lo sucedido, pues todo había sido voluntad de los dioses.

Cuando se enfiló en dirección a la casa de las Sacerdotisas de Sol, una muchedumbre le cerró el paso. Perplejo, observó como en medio de los fanáticos emergió Aalyat, ataviada con velo y túnica negra, su piel más blanca que la de Daemeeth y con oscuras y pronunciadas manchas alrededor de los ojos. Quedaron a unos pocos pasos de distancia, la sensación de frialdad y ahogo regresaba como una venganza a él.

“Por el poder y la autoridad que reside en mí, quedas arrestado… Dogannu de Ashtaroth,” dijo ella con inexpresividad.

La miró fijamente por un momento y evitó que una lágrima se deslizase por su mejilla.

“Si así ha de ser…” repuso ...