La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6 - Relatos Eróticos

La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6

... aposento pero tampoco imaginó lo que había escuchado. La temperatura de la habitación descendió abruptamente, una sensación de ahogo se apoderó de él y sintió que le costaba respirar. Era como una especie de abrazo, tembló y bufó de frío pero en su desesperación no se limitó a permanecer inmóvil y si bien lo hizo con gran esfuerzo, abandonó aquella habitación.

Encontró a las otras sacerdotisas desayunando. Era una comida parca y exigua pero mejor que nada. Ocupando un lugar entre Kesri y Biseni; Dogannu contempló la comida con gesto de asco.

“Que es esto?”

“Sé que no es mucho, pero es lo que tenemos. Debemos agradecer a los dioses,” repuso Kesri con una leve sonrisa y voz que daba ánimos.

Permaneció callado por una fracción de segundo, para luego voltear con gran estrépito su comida; sorprendiendo a las demás sacerdotisas.

“Dogannu, pero por todos los dioses!” exclamó Kesri indignada.

“Que se jodan los dioses!!! Los odio!!! Y ya no me molestes!!!” gritó él fuera de sí por la rabia.

Kesri observó anonadada como se marchaba de la casa dando un portazo y Biseni fijó la mirada en el suelo.

“Y a este que le pasa?” preguntó Regda con desdén.

“No lo culpes. Cualquier mortal bajo la maldición del Samikhred Usim está siendo poseído por el espíritu de Astarté Oscura,” acotó Lamys.

“Eso no le da el derecho de despreciarnos de esa manera. Le hemos salvado la vida,” dijo Biseni ofendida.

“Lamys tiene razón, hermanas mías. Será mejor que vaya a buscarlo,” comentó Kesri poniéndose de pie.

Dogannu caminó sin pausa, lejos de todo. Quería gritar, llorar, correr; todo al mismo tiempo. La ira en su ser rápidamente fue reemplazada por el miedo y la vergüenza de su comportamiento, ni siquiera se detenía a escuchar las ofensas de los fanáticos que le rodeaban. Necesitaba respuestas, y solo había una persona en Ashtaroth en la que podría creer, aun si había dictaminado la sentencia en su contra.

Sus ojos contemplaron una humilde y pequeña choza de barro con un colgante familiar, el símbolo del dios Dagon, mitad pez, mitad hombre. El muchacho avanzó en dirección al lugar, trasponiendo el umbral le llegó el aroma de profundas esencias, que le ayudaron a relajarse un poco y calmar el intenso odio en su alma. Dogannu entornó los ojos para acostumbrarse a la oscuridad reinante en la choza, cuando una voz ronca le hizo detenerse.

“Dogannu de Ashtaroth, te estaba esperando.”

No pudo evita sentir sorpresa y curiosidad por lo que el Oráculo de Dagon tenía que decir.

“Acércate, muchacho; y te diré lo que te han deparado los dioses,” murmuró el Oráculo.

Dogannu se movió hasta divisar una pequeña silla. Pudo atisbar el contorno de la silueta del anciano, y respiró hondo.

“Porqué?” repuso directamente.

“Oh muchacho, hay muchas cosas que están vedadas para tu conocimiento. Pero te puedo decir la razón de haber llegado a este punto de tu existencia. Los grandes dioses reprobaron tu inicua impiedad, y Baal dictó tu sentencia,” ...