La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6 - Relatos Eróticos

La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6

... como si se debatiera en decir algo o permanecer callada.

“Edrok… debes saber que hay… acontecimientos que quizás no pueden ser evitados. Tal vez la muerte de tu padre sea uno de esos,” dijo Daemeeth.

“De verdad crees eso?”

“Si…” contestó ella y sus miradas se encontraron. “Aunque… yo no podría daros respuesta cierta de ello…” añadió con cuidado al darse cuenta de la expresión de Edrok.

“Mi padre no se merecía morir de esa manera. Dudo que Aalyat sea más creyente de los dioses de lo que él fue…” aseguró Edrok con enojo.

La mujer resopló, tratando de hallar las palabras que disminuyesen el dolor en Edrok sin herir sus sentimientos.

“Sabes que puede ser peor que perder a alguien querido?” preguntó Daemeeth y él negó. “Que alguien querido te traicione…”

“No es igual…”

“Es peor! No intentes magnificar un hecho que en cualquier momento podría haber sucedido. Otros hemos sufrido cosas peores y no vamos por la vida lamentándonos para que el mundo sienta pena por nosotros,” exclamó Daemeeth alterada, Edrok la observó sin entender de lo que hablaba.

“Necesito estar solo,” murmuró entre dientes.

Levantándose, la acólita oscura le fulminó con la mirada y se marchó dando un portazo. Edrok se echó en el diván y allí permaneció inmóvil toda la noche, mirando fijamente el techo.

Muy pocos en Ashtaroth pudieron conciliar el sueño esa noche. Los fanáticos se entregaron a todo desenfreno hasta el amanecer, los muertos estaban esparcidos por todo el pueblo y la arena de las calles era mayormente roja a esas alturas, mezclada con cenizas. Evarod deambulaba sigilosamente en busca de sobrevivientes pero al no hallar a ninguno, se dedicó a buscar a Mirlya y Dogannu.

Ellos seguían atrincherados junto a las demás Sacerdotisas de Sol, Dogannu no pudo dormir debido a los gritos de los desdichados y su madre acababa de dormirse en parte al cansancio de los últimos días. El chico, intranquilo y un poco desanimado, no sabía que más podría pasar y comenzó a repasar todo en su mente.

Aventurándose a conjeturar, podía asegurar que miles de personas habían muerto en las últimas horas. Que trataba de conseguir Aalyat con todas esas muertes? Tendría Edrok algún tipo de influencia sobre ella? Pues a él no le importaba la vida de otras personas, conociéndole tan bien. Aunque eso ya no sería tan cierto, no era ella mucho peor que él bajo la influencia de esa horrible criatura?

La cercanía del último día le estaba poniendo cada vez más nervioso… pero no menos furioso. El odio que sentía ya era más constante y no podía controlarlo. Desde su madre por haberle entregado a Hatimekh, pasando por la desquiciada de su amada, Diamnith, Edrok. Los odiaba a todos profundamente… incluso a Saerhys, por dejarle solo en ese momento. Entrecerrando los ojos, un siseo escalofriante invadió su cabeza, una voz áspera e inhumana.

“Eres mío…” siseó la voz. Dogannu miró a su alrededor con alarma y miedo. Su respiración se aceleró.

No había nadie más en ese ...