1. La Sacerdotisa De La Noche: Noche 6


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Transexuales Autor: Liver96, Fuente: TodoRelatos

    ... Ashtaroth pues las sacerdotisas servían a los propósitos de Aalyat en el Samikhred Usim. En la casa además de Kesri estaban Regda, Lamys, Akimaah, Pholyshaah, Biseni; la esposa de Asteimunh y otras más, sumando unas quince en total con Mirlya.
    
    Todas las expresiones en la habitación estaban llenas de terror e incertidumbre. Kesri, que desde que “Diamnith” comenzó a pasar más tiempo sirviendo a los propósitos de Aalyat; había asumido el liderazgo entre las otras sacerdotisas, recibió a Mirlya y Dogannu con un fuerte abrazo. Sentándose en el suelo, se agruparon en torno a un pequeño fuego que habían transportado del Templo de Sol.
    
    “Gracias a los dioses están bien. Esto es una locura sin precedentes,” les dijo Kesri.
    
    “No, yo debo agradeceros, nos habéis salvado y si, esto ya se está descontrolando,” apostilló Mirlya.
    
    “Es lo que Aalyat quiere… destruir no solo Ashtaroth, sino el mundo entero,” dijo Dogannu.
    
    Las otras mujeres se manifestaron de acuerdo con el pensamiento de Dogannu y Biseni expresó la duda de todos.
    
    “Que es lo que está pasando?”
    
    “El principio del fin. La Oscuridad se acerca…” dijo Regda.
    
    Todos se miraron y no se atrevieron a refutar su afirmación. En el fondo, sentían que era cierto. Las cosas que estaban sucediendo eran una prueba irrefutable de que los poderes oscuros de Aalyat hacían estragos y arrastraban a todos a su senda maldita. La joven estaba de pie aún sobre la plataforma, con cuatro soldados leales a su padre ahora protegiéndola; contemplaba las atrocidades impertérrita, el fantasma de su madre se encontraba a su lado.
    
    “Estoy muy orgullosa de ti, hija mía. Al fin alcanzarás tu destino profetizado por Ishalyat,” murmuró quedamente Elanya.
    
    “Lo sé. Siempre supe que este era mi destino,” respondió Aalyat, mirando los cuerpos de los guerreros que había ejecutado con desprecio.
    
    “Debes encontrar al Inicuo, no debe escapar.”
    
    “No lo hará… no lo hará…” aseguró la joven, acariciando la piedra del anillo que antaño poseyó su abuela.
    
    Edrok caminó sin rumbo con Daemeeth a su espalda, gritando su nombre y pidiéndole que se detuviese. Después de recorrer varias calles, esquivando del todo a las hordas de fanáticos, se dejó caer frente a la puerta de su casa, la impostora pudo llegar hasta él y se sentó a su lado. Edrok veía como un par de hombres arrastraban a dos mujeres de los cabellos, pero aquello no le importaba en absoluto.
    
    “Lo he perdido todo…” musitó.
    
    “No es cierto, no todo está perdido,” dijo Daemeeth.
    
    “Él era más que mi padre… no lo entenderías…”
    
    “Crees que no sé lo que sientes? No eres el único que ha perdido a alguien muy especial,” le espetó ella con algo de brusquedad, tratando de hacerle razonar.
    
    Tomando su mano, entraron a la casa; que se hallaba vacía y con evidentes rastros de la violencia recientemente desencadenada. La sacerdotisa le ayudó a sentarse en el diván de su padre y ella se sentó en el suelo frente a él. Edrok no podía ver la expresión de duda en Daemeeth, ...
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