1. Candela 02: la precuela


    Fecha: 30/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Clementine, Fuente: TodoRelatos

    ... que me rodeaba, nerviosa, asustada, confusa. En algún momento, sentí ganas de llorar. Sentía una intensa vergüenza cuando mi yo real conseguía imponerse, aunque fuera un momento. A veces reía. Me sentía excitada, en todo el amplio sentido del término.
    
    A las cinco menos cuarto ya esperaba en el bar del hotel a que llegase. A las cinco comencé a sentirme ansiosa. A las cinco y cuarto dubitativa. A y media aterrada. A las seis quería morirme, dejar que me tragara la tierra y desaparecer sin hacer ruido, confiando en que tan sólo fuera eso, en que mi nombre no quedara manchado para siempre, en que mis hijos no se avergonzaran de mí, en que mi marido no me expulsaba de su casa…
    
    Llegó tarde. Aquel fue el primero de los retrasos con que, durante todo el tiempo en que seguimos tratándonos, siguió obsequiándome sistemáticamente. Llegó tarde, y su llegada fue lo único que sucedió aquel día que me causó una alegría que pudiera superar a la indecisión y al miedo. Debía haberse fijado en cómo la miraba, porque traía aquel mismo minishort de licra y aquella misma camisetita holgada. Seguía aterrorizada y, pese a ello, noté cómo me mojaba entera casi al instante, nada más verla.
    
    Crucé el recibidor con ella de la mano temiendo que, en cualquier momento, alguien me dijera algo, que me preguntaran a dónde iba yo con aquella criatura. No pasó nada. La habitación era correcta, algo anticuada, como de hotel venido a menos. Estaba limpia y la cama era grande.
    
    Puse en su mano la bolsa de papel verde y brillante de la lencería de unos grandes almacenes y se encerró en el baño con una sonrisa durante más de treinta minutos que pasé sentada en el sillón esperando ansiosa, planeando lo que le iba a decir, lo que iba a hacer, lo que quería hacerle pensar…
    
    Me quedé sin aire al verla: preciosa, diminuta, con aquel ligero negro sutilmente adornado, sin excesos, elegante, y aquellas medias negras, tensas, como enmarcando la matita oscura de vello de su pubis, las tetillas menudas de pezones esponjosos, el culito pequeño, respingón y firme, la cinturita estrecha…
    
    Tuve que sobreponerme, que esforzarme para disimular, o intentarlo, aquel nerviosismo que me embargaba. Se comportaba como una auténtica putita, con aquel desparpajo suyo. Se contoneaba quizás un poco exageradamente, como si jugara a ello, a putas. Se giraba para mostrarse como si estuviera en un pase de modelos, forzando a veces un escorzo imposible, exagerado como de caricatura. Me la hubiera comido a besos.
    
    La mandé inclinarse sobre el pequeño escritorio tras apartar el papel y el bolígrafo de cortesía, y lo hizo haciendo que su cuerpo descansara sobre los brazos ofreciéndome aquel culillo de piel blanca precioso, como de mármol.
    
    Terminé la frase con un azote, apenas un cachete en el culito, donde dejé la mano apoyada.
    
    Volví a levantar la mano y hacerla caer un poco más fuerte, logrando en aquella ocasión que mis dedos quedaran marcados en su piel.
    
    Descargué un tercer azote y, en esta ...