1. Candela 02: la precuela


    Fecha: 30/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Clementine, Fuente: TodoRelatos

    Sucedió hace cinco años. Yo entonces tenía cincuenta y una vida perfectamente ordenada y anodina. Ya sabes: a clase, a la compra camino de casa, comer, recoger la cocina, recoger la ropa tirada de los niños, poner la lavadora, tender, la cena…
    
    Por una vez, me quedé sola un sábado por la tarde -Joaquín y los chicos al futbol-, y decidí dedicarme a corregir exámenes. Al encender el PC, el nuestro, se había dejado abierto el navegador. Una web de “relatos” y dos o tres pestañas con vídeos y fotos. Mujeres besándose, mujeres lamiéndose, cuentos de mujeres haciéndose de todo, mujeres gimiendo con los dedos de otras mujeres escarbándoles el coño, con los labios de otras mujeres comiéndoselo, mordiéndose los pezones, azotándose…
    
    Primero fue indignación: ese hijo de puta… Lo cerré y me fui al salón a ver la tele con la cara caliente y mucha presión en el pecho, muy muy enfadada, preguntándome si debía hablar con él sobre el asunto o fingir que lo ignoraba. Unas ganas de llorar…
    
    Y, al cabo de un rato, volví a la máquina. En realidad, volví a aquellos sitios durante días. Era… Era como mirar una herida: te repugna, pero vuelves a mirarla, una atracción malsana. Me repugnaba. Al menos teóricamente, me repugnaba, pero miraba sus bocas besándose, sus manos tocándose, sus labios lamiendo sus chochitos. Me causaba una excitación que quería achacar a los nervios, a la indignación, aunque en el fondo de mi ser sabía que no era cierto, que mojaba las bragas viéndolas, que me empeñaba en follar a Joaquín casi cada noche como una loca, en hacerle comerme el chochito, y que imaginaba unos labios de mujer al correrme cuando lo hacía.
    
    No sé si puedes imaginarlo. Vivía en un estado de nervios permanente. Aquella pulsión malsana despertaba en mí sentimientos que se contradecían abiertamente con mis convicciones. Siempre he sido una mujer conservadora, de orden. No es que haya sido una santa. Incluso tuve una temporada de escarceos frecuentes y variados en la universidad, y con Joaquín había follado mucho. Hasta se la comía a veces y le había dejado metérmela en el culo en alguna ocasión, cuando se ponía pesado con el asunto. Pero me dolía. Lo pasaba mal, así que el mismo acabó dejándolo, no insistiendo más. Aquello, sin embargo, me parecía que era antinatural, puro vicio sin sentido y contra el orden natural, una práctica corrupta.
    
    Y entonces descubrí a Candela. Bueno, digamos que la redescubrí, porque era alumna mía, ya la conocía. Una muchacha menudita y delgada, de formas incipientes, guapa y descarada. Un encanto de chiquilla rebelde.
    
    Se acercaba el final de curso y hacía calor. Una mañana se presentó en clase con unos shorts deportivos de licra, cortitos y ceñidos, y una camiseta amplia, de tirantes, que mostraba cuando hacía según qué movimientos su vientre plano, el ombligo, y el canal entre sus tetillas menudas, sin sostén, porque no le hacía falta.
    
    Durante varios días se convirtió en una obsesión que me hacía sentir culpable. Me costaba no ...
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