1. Candela 02: la precuela


    Fecha: 30/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Clementine, Fuente: TodoRelatos

    ... pensar en ella. La imaginaba desnuda, entre mis brazos, en mi cama. La imaginaba estremeciéndose con mis labios en su chochito, que pensaba que debía tener pelitos, ser sonrosado, húmedo y, no sé por qué, salados. Me costaba concentrarme en el trabajo, no mirarla fijamente, no mojar las bragas viéndola.
    
    Siendo joven, me había masturbado con alguna frecuencia. No es que fuera una obsesa sexual, pero descubrí que aquello funcionaba. Probé, y me gustó. Aunque hacía años que no lo había vuelto a hacer, como no fuera tras algún encuentro fallido con Joaquin (ya sabes: se toma un par de copas y no puede, o sí puede y termina en un momento, y te deja el coño pringoso y ardiendo…). Durante aquellos días, volví a practicarlo de una manera enfermiza. Me masturbaba en casa, encerrada en el baño, o por la noche, cuando me despertaba caliente en medio de un sueño húmedo donde Candela se me corría en la boca, o yo en la suya; en la escuela, encerrada en el retrete y mordiéndome los labios para que nadie pudiera escuchar los gemidos que reprimía como buenamente podía…
    
    No me atrevía ni a confesarme. Me confesaba, claro, cada domingo, como siempre, pero se lo ocultaba al padre Martín. En el fondo de mi ser, aquel deseo enfermizo convivía con una intensa conciencia del pecado. Me sentía enferma y sucia, pero no conseguía apartar de mi mente aquel vicio deleznable, aquel deseo pecaminoso, absurdo.
    
    Llegué a temer por mi salud, a pensar que estaba enloqueciendo. Era una fiebre que me consumía, un pensamiento atroz que se había instalado en mi cerebro y se mostraba capaz de dominarme. No creo que llegara a pasar una hora sin pensar en ella, ni que fuera capaz de imaginarla más que corriéndose conmigo, haciéndome correrme.
    
    Y llegó el final de curso: clases de repaso, exámenes… y revisión de exámenes.
    
    Me miró con esos ojos suyos muy abiertos y esa expresión de niña inocente, de súplica, y sentí que se me aceleraba el corazón y me faltaba el aire. Era pánico, ansiedad, como si algo en mi interior me hiciera saber que pasaría, que apostaría mi vida y mi carrera en aquella locura. Y me escuché contestar como a lo lejos, como si fuera otra.
    
    Sentí como si se detuviera el tiempo, como si se me abriera un agujero bajo los pies donde iba a enterrarme viva, como si se me deshiciera la vida entre los dedos. De repente, tenía una conciencia clara de la locura de lo que había dicho. Tenía la seguridad de que había arruinado mi vida, de que estaba para siempre en manos de aquella diablilla que me miraba con expresión desconcertada. Y entonces sonrió.
    
    Aquella mañana, repartí aprobados y suspensos de manera aleatoria, sin preocuparme por releer los exámenes ni saber a quien premiaba o castigaba. Solo quería terminar. Terminar y marcharme.
    
    Ni siquiera comí. Fui a comprar ropa, a caminar por la calle sin rumbo, a consumir aquellas horas interminables, hasta la cinco y media… Llamé para reservar la habitación… Caminaba como sobre una nube, sin consciencia de lo ...
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