1. La sombra de lo desconocido (5)


    Fecha: 17/08/2019, Categorías: Infidelidad Autor: memorandum, Fuente: TodoRelatos

    ... Sudaba angustiado, miraba constantemente a un reloj cuyas agujas parecían haberse detenido, me levantaba y me volvía a sentar, maldecía mi estupidez por haberme dejado llevar por un impulso absurdo e irracional. No habrían pasado más de diez o quince minutos cuando la ansiedad se hizo insoportable y emulando al maestro Fernán Gómez, pronuncié un casi inaudible “¡A la mierda!” y me apresuré de vuelta a casa a paso ligero, cual cabra de la Legión el 12 de octubre. Subí los escalones de tres en tres evitando el ascensor para que no delatara mi llegada al detenerse en el rellano. No sabía qué me encontraría al abrir la puerta. Respiré hondo, conté hasta tres y giré la llave en la cerradura.
    
    La escena que tuvo lugar a continuación fue la retransmisión de un encierro de Sanfermines, cuando abren la puerta del corral y los morlacos salen en estampida enfilando la cuesta de Santo Domingo antes de girar hacia Mercaderes. En mi caso, fui arrollado por un cabestro de más de cien kilos, que, si bien no me produjo herida alguna por asta de toro ni contusiones de consideración, sí hizo que me tambaleara y estuviera a punto de caer. No había visto a alguien de su peso moverse tan rápido desde que Ronaldo Nazario colgara las botas. El hombre tartamudeaba una explicación mientras aporreaba con insistencia el botón de llamada del ascensor.
    
    - Te-te-tengo que irme ya. Ma-ma-mañana termina Rafa. Adiós.
    
    Intenté recuperar el aliento y la compostura. Cerré le puerta y el silencio me permitió escuchar con nitidez el sonido de un secador de pelo, con lo que deduje que efectivamente, mi ausencia había sido más breve de lo esperado, pero eso a su vez favorecía que pudiera revisar lo que mi móvil había grabado en aquella especie de laberinto de espejos del Parque de Atracciones. En ese momento el espejo del vestíbulo reflejaba la imagen del interior del baño, pero no aparecía Ana, que debía haber cambiado de ubicación para enchufar el secador. Mi posición resultaba inmejorable para visionar la grabación y detenerla si el zumbido del secador se detenía.
    
    Stop. Quince minutos y trece segundos de grabación. Play. Hitchcock, Bergman, Fellini, Kurosawa, Kubrick, y ahora Daniel Torres compartiendo el Olimpo de los dioses de los directores de cine. La secuencia se iniciaba con la surrealista escena en la que Obélix y yo departíamos a cada cual más nervioso, yo de espaldas, él de frente y al fondo la hipnotizante figura de Ana. No pude evita sonreír ante la representación de esa farsa tan burda, pero sabía que no tenía mucho tiempo antes de que Ana terminara de secarse el pelo, y avancé la grabación hasta que yo cerraba la puerta y tan sólo aparecían en plano ellos dos.
    
    Lo primero que el operario hizo al saberse a solas con mi mujer, fue cerciorarse de que la puerta estaba bien cerrada y comprobar a través de la mirilla que yo ya había abandonado el descansillo. Miró al reloj, calculando de cuánto tiempo dispondría para llevar a cabo sus, para mí, aún oscuras ...
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