1. La sombra de lo desconocido (5)


    Fecha: 17/08/2019, Categorías: Infidelidad Autor: memorandum, Fuente: TodoRelatos

    ... la silueta de su culo y mostrando de forma contundente la protuberancia de su monte de Venus e insinuando una deliciosa raja entre sus piernas. Sonreí al recordar el día que se las compró y me preguntó en el probador
    
    - ¿Se me marcan mucho?
    
    - Lo normal, son mallas, son ajustadas, tienen que marcarse.
    
    Esa idea la debían compartir también Pepe Gotera y Otilio, que justo en ese momento asomaban por la puerta y se quedaban petrificados ante la imagen abrumadora de Ana, con los ojos a punto de salírseles de las órbitas y babeando como dos perros en celo. Ana, al percatarse de su presencia, se fue decidida hacia el gordo, y le plantó dos sonoros besos en sus mejillas, bañando de sudor su cara.
    
    - ¡Hola Jose! ¿Qué tal está yendo todo?
    
    - Bien, bien. Ya hemos terminado lo más gordo,
    
    Ahí tuve que tragar saliva para ahogar una risita maliciosa, pero Ana se dio cuenta y me fulminó con la mirada.
    
    - … y sólo nos queda meter en las cajas los objetos más pequeños, precintarlas y cargarlas en la furgoneta, pero de eso ya me ocupo yo sólo. Mi compañero ya ha terminado su jornada. Por cierto, éste es Rafael. Rafa, ésta es Ana, nuestra jefa buenorra de la que te he hablado.
    
    Y los tres estallaron en una sonora carcajada celebrando la ocurrencia del tal Jose. Yo observaba la surrealista escena ojiplático, más aún cuando su diminuto compañero le plantó a Ana otro par de besos en las mejillas, demasiado cerca de la comisura de sus labios, y con una sorprendente familiaridad, al apoyar su mano izquierda en la cadera de mi mujer, que no parecía demasiado sorprendida y menos aún molesta por unas muestras de afecto a mi modo de ver completamente fuera de lugar.
    
    El tal Rafa se despidió con una sonrisa triunfante, cerrando la puerta con el pie y llevándose consigo una caja que triplicaba el volumen de su cuerpo. Jose volvió a perderse en el dormitorio de los niños y yo me quedé a solas con Ana en la cocina. Me volví a encoger de hombros pidiendo explicaciones.
    
    - ¿Y estos dos? ¿De dónde has sacado a Manolo y Benito?
    
    Ella soltó una risotada y se aclaró la voz para comenzar a justificar la extravagante contratación.
    
    - A ver, al pequeño no lo conocía, pero Jose es un tío majísimo y de confianza. Es una especie de artista polifacético, pero como ahora está sin trabajo, pues está a lo que le sale, chapuzas, mudanzas… Eso cuando no está actuando. Es un músico callejero y tiene muchísimo éxito en el barrio… ¡Si hasta canta ópera!
    
    - ¡Hostias! ¡Pavarotti!
    
    No pude evitar que mi pensamiento se hiciera mínimamente audible rememorando la reciente experiencia del barítono estrafalario y Sofía.
    
    - ¿Qué?
    
    - Nada, nada… es que como os tratabais con tanta confianza…
    
    Ana se acercó a mí sonriendo, me cogió las manos y las llevó a sus tetas, hasta sentir sus pezones grandes y duros, pezones con los que hasta hacía un minuto escaso se habían deleitado la extraña pareja, y poniendo su mano en mi entrepierna, me susurró al oído con voz melosa.
    
    - Vaya, ...
«1...345...11»