El sexo no es como lo pintan - Relatos Eróticos

El sexo no es como lo pintan

... y comencé a pasar los canales de la televisión sin nada que ver en mente. Mi corazón latía con fuerza mientras la última noche antes de su partida estaba presente en mi mente. Estaba a punto de ir a preguntarle si estaba bien cuando me dijo en voz baja, desde el baño, que apagara las luces y me quitara la ropa.

Difícilmente podía ver con las luces apagadas. La única luz emanaba de la televisión, era un resplandor azul que iluminaba la habitación dándole un aspecto surrealista al escenario.

Mi hermana me pidió que cerrara los ojos y así lo hice. De inmediato escuché sus delicadas pisadas acerándose a mí. Luego sentí un cepillo de seda frío paseándose en mi cuello y alrededor de mis ojos. -No los abras aún…- me dijo mi hermana en voz suave y tierna. Luego me ató un paño alrededor de mis ojos y me condujo a una silla.

Antes de que lograra sentarme, me bajó el bóxer, que era lo único que faltaba por quitarme de ropa, dejándome completamente desnudo.

Mi verga estaba tan dura que casi me dolía.

Mi hermana se acercó a mi oído y me dijo lo mucho que había estado esperando ese momento.

-Estoy lista para darte tu regalo sorpresa hermanito.

Justo en ese momento, en el que mi hermana me estaba seduciendo, fue que me sentí por primera vez vivo.

Cecilia besó mis labios con hambre. Su lengua recorrió mi cuerpo como una víbora hasta llegar a mi verga. No pude evitar gemir en ese momento. Su boca era tan tibia y suave que las sensaciones me estaban volviendo loco de placer. Derrame semen rápidamente y mi hermana succionó cada gota.

Mientras mi hermana se sentaba completamente desnuda en mis rodillas, pude sentir el calor de su cuerpo y sus brazos envolverme.

La doctora Clarisa miraba detenidamente a Miguel al tiempo en que este daba una pauta. Sintió como la miraba directo a los ojos al tiempo en que sentía la vagina inundada y luego le oyó decir:

-Creo que nos hemos vuelto a pasar de la hora. No tiene que ir a cenar con su esposo?

La doctora miró el reloj: 8:55. Como es que el tiempo se había ido tan rápido? Intentó hablar pero tenía la boca seca. Se sentía caliente, muy caliente. Nunca antes había sentido algo por el estilo. Tuvo miedo al ver a Miguel tan confundido.

-Que estoy haciendo?- se preguntó al sentir como sus manos comenzaban a moverse en contra de su voluntad. Lentamente, tratando de sacar provecho del escritorio, escondiéndose de la mirada de Miguel, se levantó un poco la falda y…

En ese momento sabía que estaba a un solo paso de cruzar la línea.

La doctora se paró bruscamente y caminó a la ventana sin decir ninguna palabra.

Miguel observó lo bien que se veían las piernas de la doctora en aquella minifalda y aunado a la actitud de ésta hizo que la verga se le parara.

La doctora cerró las cortinas y luego caminó hacia Miguel. Comenzó a retirarse la falda en el camino. El silencio invadía la habitación y tan solo era roto por la respiración agitada de ambos.

La doctora pronto estuvo en bragas ...