El sexo no es como lo pintan - Relatos Eróticos

El sexo no es como lo pintan

... demasiado y la deseaba como no tiene idea pero los sentimientos de culpa me estaban acabando. Lo que restaba del año lo pase con una novia con la que tuve mi primera relación sexual. Era linda y divertida pero la verdad es que en ningún momento logró borrar de mi mente a mi hermana quien todos los viernes se comunicaba a casa y pedía hablar conmigo pero yo nunca contesté a sus llamados.

-Y eso porque Miguel?

-No lo sé, supongo que tenía miedo en decirle lo mucho que la amaba y la extrañaba. Además, con mis padres tan cerca oyendo la conversación me hubiera sido difícil, sino es que imposible, poder hablar con ella sin que ellos se percatasen de mis sentimientos.

-Y tu hermana esto como lo tomó?

-Supongo que al ser tan inteligente y conocerme tan bien supo de lo que se trataba y desde esos días no volvió a pedir hablar conmigo. A mis padres se les hacía extraño el hecho de que yo no quisiera hablar con mi hermana pero con el tiempo yo ya sabía a qué horas ella hablaba y trataba de ocuparme en cualquier cosa que me imposibilitara atender a su llamado.

-Dejaste de tener comunicación con tu hermana?

-No, como le repito, ella era muy inteligente y me conocía demasiado bien por lo que comenzó a enviarme correos electrónicos diciéndome lo mucho que me extrañaba y platicándome como le iba en la vida.

Regresó a casa, durante un periodo corto de vacaciones, en diciembre, con motivo de mi cumpleaños y de las fiestas navideñas. Yo fui el encargado de ir a recogerla aquella noche al aeropuerto debido a que mamá y papá estaban ocupados como de costumbre. Me quedé sorprendido con lo que vi aquél día. Mi hermana se había teñido el pelo color rojo cobrizo, llevaba puesta una blusa con un escote sobresaliente y una falda de cuadros que le hacía ver simplemente espectacular y encantadora.

En cuanto me vio me abrazó fuertemente. Noté que había lágrimas en sus ojos y le puedo asegurar que, por lo visto, no tenía ninguna prisa por llegar a casa. Luego, sin consultarme, llamó a mis padres y se inventó una historia de equipaje perdido que hasta yo mismo me la hubiera creído de no haber estado con ella, colgó y de inmediato llamó para registrarnos en un hotel. Mis piernas temblaban con solo imaginar lo que estaba a punto de suceder.

Decidimos pasar a cenar antes de ir al hotel. La conversación durante la cena fue muy amena. Mi hermana por lo visto se moría de ganas por decirme algo. Yo me sentía un poco incómodo y temeroso de saber que era lo que me quería decir.

Tuve que contarle de la noviecilla que tenía y mi hermana no supo ocultar su dolor del todo. Fue justo después de eso que al fin se decidió a decirme que durante todo ese tiempo había estado pensando mucho en nosotros y, tras tomarme de la mano, me dijo: -llévame al hotel.

Fue hasta que entré a la habitación del hotel con su equipaje en mano que me percaté de que solo había una cama matrimonial.

Mi hermana tomó una pequeña maleta y se metió en el baño. Yo me senté en una silla ...